Los acusados de matar a un mendigo declaran que iban bebidos y drogados

El fiscal pide 25 años para los reos, que reconocen los hechos

"Ningún ser humano merece morir así". Son las palabras que pronunció en el juicio, tras ver las fotos del cadáver, la fiscal que lleva el caso del mendigo asesinado en 2002 a las puertas de un garaje de Argüelles a manos de tres jóvenes. Los reos, que se sientan desde ayer en el banquillo, admitieron los hechos, pero trataron de defenderse señalando que perpetraron la acción atiborrados de "bebida y drogas".

La Audiencia de Madrid juzga desde ayer a tres jóvenes -Francisco José A. G., Rubén H. R. y Carlos C. C.- acusados de matar de una paliza al mendigo Antonio Micol, de 57 años, quien...

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"Ningún ser humano merece morir así". Son las palabras que pronunció en el juicio, tras ver las fotos del cadáver, la fiscal que lleva el caso del mendigo asesinado en 2002 a las puertas de un garaje de Argüelles a manos de tres jóvenes. Los reos, que se sientan desde ayer en el banquillo, admitieron los hechos, pero trataron de defenderse señalando que perpetraron la acción atiborrados de "bebida y drogas".

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La Audiencia de Madrid juzga desde ayer a tres jóvenes -Francisco José A. G., Rubén H. R. y Carlos C. C.- acusados de matar de una paliza al mendigo Antonio Micol, de 57 años, quien dormía a las puertas de un garaje del número 57 del paseo de Santa María de la Cabeza.

Según las diligencias judiciales, cerca de las seis la madrugada, los jóvenes acordaron "dar un susto a un mendigo" que pernoctaba debajo de unos cartones. El resultado del susto fue el siguiente, según los forenses: hundimiento parcial del cráneo, otra fractura craneal, cinco costillas rotas, cuchilladas y fractura de mandíbula. Tantas patadas, cuchilladas y golpes le dieron, con barra de hierro incluida, que murió "por hemorragias internas y externas", según los forenses.

"Lo destrozaron", destacó ayer Esteban Ibarra, presidente de la Asociación Movimiento contra la Intolerancia. Ibarra señaló que en este crimen concurre el agravante de "selección de la víctima por odio", y aboga por crear normas que supongan mayor protección "de los colectivos más vulnerables".

Contradicciones

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Los acusados, que se enfrentan a 25 años de cárcel, admitieron ayer en el juicio su participación en el crimen, aunque sus testimonios fueron contradictorios al explicar el grado de intervención de cada uno de ellos.

Fueron detenidos siete meses después. Dos pistas llevaron a la policía hasta ellos: el hallazgo en el lugar del crimen de una botella, que resultó ser de la bodega de la madre de uno de los acusados, y el testimonio de varios testigos, que les vieron huir del lugar en dos motos. El acusado Francisco José A. G., de 22 años, señaló en el juicio que no conocía a la víctima y subrayó no sentir ningún tipo de aversión hacia los indigentes. Añadió que ese día bebieron mucho y consumieron "pastillas, hachís y cocaína". Dijo que salieron con sus motos y que pasaron por "casualidad" por el garaje. "Vi a una persona que estaba de pie en medio del garaje. Yo me asusté y le apuñalé una sola vez", Rubén, añadió, "le agredió con una barra de hierro y Carlos también le golpeó, pero no sé con qué. Estuvimos pegándole 10 segundos y nos fuimos", confesó. Rubén admitió que, tras beber, decidieron salir a "dar un susto a un mendigo" que dormía cerca de allí. "¿Qué interpreta usted por dar un susto a un mendigo?", le preguntó el abogado del Movimiento contra la Intolerancia. "Darle unos golpes", aclaró.

Los abogados de Carlos y Rubén emitieron ayer un comunicado en el que indican que sus clientes "no son cabezas rapadas ni simpatizantes neonazis", que ambos llevan mucho tiempo "en tratamiento psicológico" y que en sus acciones influyó "el consumo de alcohol y drogas".

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