Columna

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En estos días tan tristes por el recuerdo de la víctimas del terrorismo hemos tenido presente el resultado del odio y también el de la solidaridad y generosidad que tantas personas demostraron, dos sentimientos extraordinarios que deseo incluir entre aquellos a los que voy a dedicar estas palabras sobre el amor, la amistad y el afecto.

Esta sociedad es tan contradictoria que, aunque todo el mundo se afana para no estar ni sentirse solos, sin embargo y según las estadísticas, cada vez son más las personas que viven solas. Ya sea buscando compañía o colmada la afectividad con amigos y fam...

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En estos días tan tristes por el recuerdo de la víctimas del terrorismo hemos tenido presente el resultado del odio y también el de la solidaridad y generosidad que tantas personas demostraron, dos sentimientos extraordinarios que deseo incluir entre aquellos a los que voy a dedicar estas palabras sobre el amor, la amistad y el afecto.

Esta sociedad es tan contradictoria que, aunque todo el mundo se afana para no estar ni sentirse solos, sin embargo y según las estadísticas, cada vez son más las personas que viven solas. Ya sea buscando compañía o colmada la afectividad con amigos y familiares, viven sin la presencia del otro, sin la pareja, y lo suficientemente satisfechos como para no buscar a nadie a quien absorber o en quien disolverse. Bueno, no sé. Me suena un poco petulante y comienzo a dudar porque, aunque en esta ciudad cuando se acerca la primavera se sueñan las cosas muy claras, la realidad no suele se tan fácil. Quizá si fuéramos nórdicos..., pero tanta autosuficiencia en estas latitudes y en tiempos bañados de inseguridades me escama. Claro que puede ser fruto de emociones, necesidades, miedo, egoísmo, ambición o conflictos personales. En cualquier caso no deja de ser una elección. Y con el mérito de que nadie tiene tantos amores y amistades como nosotros, insaciables e incansables. Esa es nuestra fama al menos: somos un ejemplo de pasarlo bien en las calle, en las bullas y las fiestas populares.

Movimiento, soledad, individualismo y autosuficiencia son síntomas de una sociedad avanzada que mira hacia el futuro, pero aquí parece que el tiempo tiene más espacio y queremos ser felices entre los demás, formar parte de la vida de los demás, y todo eso no es sino desear querer y ser querido; como todo el mundo, pero con más efusión para apresar la aceptación y la simpatía que regala la autoestima, que nos hace sentir seguros.

Porque eso es lo que le importa a la sociedad de bienestar: la seguridad y la autoestima. Y es lo primero que ataca el enemigo, ya sea en la intimidad, en el grupo o a gran escala. A través de barreras sociales, sexistas o religiosas, a través del crimen que produce dolor y miedo, es posible llegar a dominar y conseguir poder y autoestima. Afortunadamente los sevillanos en general lo solucionan con expresivas muestras de amor, amistad y afecto.

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