Crítica:ESTRENO | 'El secreto de Vera Drake'

Un gran dilema moral

Allá por 1950, cuando más necesitaba Gran Bretaña de una política natalista que sirviera para paliar las pérdidas humanas causadas por la Guerra Mundial, estalla el caso Vera Drake, una mujer que se dedicaba, desde un aparente adamismo moral, a practicar abortos. Lo hacía, para entendernos, sin un programa: no por conciencia social, no por ideología, sino sencillamente por piedad, porque ella sabía muy bien lo que significaba el embarazo no deseado.

Es extraño que, tras una filmografía marcada por el más férreo espíritu personal, por unas ficciones nacidas de su interés por el pr...

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Allá por 1950, cuando más necesitaba Gran Bretaña de una política natalista que sirviera para paliar las pérdidas humanas causadas por la Guerra Mundial, estalla el caso Vera Drake, una mujer que se dedicaba, desde un aparente adamismo moral, a practicar abortos. Lo hacía, para entendernos, sin un programa: no por conciencia social, no por ideología, sino sencillamente por piedad, porque ella sabía muy bien lo que significaba el embarazo no deseado.

Es extraño que, tras una filmografía marcada por el más férreo espíritu personal, por unas ficciones nacidas de su interés por el presente, de guiones escritos a veces al alimón con los actores y hecha con la mayor libertad que imaginar se pueda, el británico Mike Leigh dirija ahora su mirada hacia el pasado. Y lo haga hacia una historia común mostrada con un tratamiento (colores apastelados, tonos verdosos y amarronados) inusual en su cine.

EL SECRETO DE VERA DRAKE

Dirección: Mike Leigh. Intérpretes: Imelda Staunton, Phil Davis, Peter Wight, Adrian Scarborough. Género: drama, Gran Bretaña-Francia, 2004. Duración: 124 minutos.

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Pero esa extrañeza no debería ser tal: con tan sólo una mirada superficial, el espectador que conozca su cine reconocerá de inmediato los mismos temas (la relación padres-hijos, la familia) y los mismos protagonistas y escenarios (el universo de las clases populares) del resto de su cine. Y también los mismos dilemas morales: al fin y al cabo, como ocurre siempre en sus películas (Secretos y mentiras, Naked, La vida es dulce), de lo que aquí se trata es de exponer con la máxima objetividad unos hechos, y que el espectador sea el que dictamine por su cuenta y riesgo de qué parte está.

Para ello, Leigh recurre a la historia de Drake, una mujer esencialmente buena, pero que no se explica demasiado. Una de esas mujeres todoterreno, trabajadora, honesta a carta cabal pero que hacía cosas mal vistas por sus contemporáneos, y en el fondo, también por su propia moral: cuando deba dar cuenta de ellas se verá de qué forma reacciona. Pero Leigh, con tanta astucia como honestidad intelectual, hace que a esa mujer, el centro de un dilema que no es de ayer, sino de ahora mismo, la interprete una actriz fenomenal, Imelda Staunton, dignísima aspirante al Oscar, que da del personaje hasta los más mínimos matices. Y que, a la postre, seamos nosotros quienes juzguemos si es cierto, como afirma un personaje en un momento de la acción, que "si tienes seis hijos en una misma habitación es difícil quererlos a todos por igual"... una respuesta, por cierto, no muy diferente de la que nos pedía Claude Chabrol en Un asunto de mujeres o Lasse Hälstrom en Las normas de la casa de la sidra.

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