Reportaje:REFERÉNDUM EUROPEO | La jornada de votación

Barbate recela de Europa

El municipio gaditano contempla con dudas el papel de la UE en las negociaciones pesqueras con Marruecos

En la Taberna El Puerto, frente al muelle pesquero de Barbate (Cádiz, 22.000 habitantes) no se fía. Así lo advierten sus dueños en un gran cartel de letras recortadas en papel frente al mostrador. Diego sirve tras la barra a sus primeros clientes. Uno de ellos es Serafín, marinero jubilado, que, a las 10.00 ya ha votado que a la nueva Constitución Europea. Un " como una casa", confiesa. "Si se aprueba, digo yo que será para mejor porque para ir a peor no la hubiesen hecho", argumenta en voz alta.

A pocos metros, en el bar de la Casa del Mar, un edificio que hace las v...

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En la Taberna El Puerto, frente al muelle pesquero de Barbate (Cádiz, 22.000 habitantes) no se fía. Así lo advierten sus dueños en un gran cartel de letras recortadas en papel frente al mostrador. Diego sirve tras la barra a sus primeros clientes. Uno de ellos es Serafín, marinero jubilado, que, a las 10.00 ya ha votado que a la nueva Constitución Europea. Un " como una casa", confiesa. "Si se aprueba, digo yo que será para mejor porque para ir a peor no la hubiesen hecho", argumenta en voz alta.

A pocos metros, en el bar de la Casa del Mar, un edificio que hace las veces de centro sanitario y lugar de congregación de pescadores, Francisco Infante charla con sus amigos de profesión, mientras ve como otros compañeros prueban su suerte en una máquina tragaperras. Tiene 47 años, de los que más de la mitad los ha dedicado al mar, una profesión que mantiene contando el tiempo que le falta para su jubilación. Aunque es domingo, el barco es centro de su conversación. "Es un mes muy difícil para la pesca porque hay mucho inmaduro", comenta recordando recientes multas de la Guardia Civil a los buques que han descargado sin haber logrado las tallas mínimas. "Europa nos ha traído muchas multas", dice uno de los otros clientes, pero Francisco le contesta que también llegaron muchas ayudas comunitarias cuando perdieron el caladero de Marruecos, hace cinco años.

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Desde entonces, Barbate, un pueblo eminentemente pesquero, ha cambiado mucho. Si antes en los barcos iban hasta 40 personas, ahora Francisco sólo viaja con 15 compañeros. Buscan en el golfo de Cádiz el boquerón, porque la sardina apenas tiene salida. Hay más faena y menos dinero. Uno de sus tres hijos se lo recuerda insistentemente cuando se va a trabajar. "Me dice que para qué voy a la mar por 120 euros a la semana, que no merece la pena, pero yo con la edad que tengo no estoy para buscar otra cosa".

Francisco apura su bebida en la barra, mientras a uno de sus compañeros de profesión le acaban de caer unas monedas de la máquina. "Hemos ido a manifestaciones, hemos estado en Madrid para reclamar soluciones, hemos tirado pescado por la lonja y el mar porque los precios estaban por los suelos. Pero nadie nos hace caso", se lamenta.

Piensa que recuperar el caladero de Marruecos, tal y como ha prometido el Gobierno socialista, sería una posible salida a la crisis. Pero en el bar de la Casa del Mar no se ponen de acuerdo sobre el papel de la Unión Europea. "Bruselas no quiere acuerdo con Marruecos", espeta uno, mientras otro le corrige: "Se está negociando, se está negociando".

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Francisco abandona el bar unos momentos para ejercer su derecho al voto en la puerta de al lado. Ha depositado un a la Constitución Europea. "Yo siempre digo que sí", se justifica, mientras confiesa que no ha recibido mucha información sobre el referéndum.

A unos pocos metros, frente al muelle de Barbate donde permanece amarrada media docena de barcos, en la Taberna El Puerto, Serafín, el marinero jubilado, también defiende su frente a otros que no piensan siquiera ir a votar. "Es para que estemos en Europa más unidos y si la han hecho es para mejor", insiste. Diego, que sirve detrás de la barra, le rebate. "No nos han informado. Son muchas leyes pero aquí seguimos con los sueldos más bajos de Europa. ¿A qué eso no lo cambia la Constitución?", se pregunta mientras friega unos vasos, justo debajo del gran cartel donde se lee: "No se fía".

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