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Vigalondo confía en la buena acogida de su corto en EE UU

Nacho Vigalondo (Cabezón de la Sal, 1977) no es aún un cineasta consagrado y se escuda en ello para decir lo que le viene en gana sobre los oscars, a los que acudirá como candidato a mejor corto con 7.35 de la mañana: "Sí, sería una decepción que no nos lo llevásemos. Me puedo permitir decirlo porque no soy Amenábar".

"Fue un salto descomunal que lo seleccionaran con otros 11 entre más de 100. Y otro paso enorme pasar de 12 a 5, así que ganarlo ya me parece sólo un brinco", argumentó ayer en la Sociedad General de Autores de Madrid, donde se proyectó su trabajo. "A algunos...

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Nacho Vigalondo (Cabezón de la Sal, 1977) no es aún un cineasta consagrado y se escuda en ello para decir lo que le viene en gana sobre los oscars, a los que acudirá como candidato a mejor corto con 7.35 de la mañana: "Sí, sería una decepción que no nos lo llevásemos. Me puedo permitir decirlo porque no soy Amenábar".

"Fue un salto descomunal que lo seleccionaran con otros 11 entre más de 100. Y otro paso enorme pasar de 12 a 5, así que ganarlo ya me parece sólo un brinco", argumentó ayer en la Sociedad General de Autores de Madrid, donde se proyectó su trabajo. "A algunos de los que hoy están aquí no les veía desde que hicimos el corto. Es como una fiesta de fin de rodaje", contó Vigalondo en una sala abarrotada de prensa, actores y amigos. No faltaron su madre, Espe, y su tía Resu, dos de las protagonistas de la cinta. "¿Quién me iba a decir a mí que iba a tener una secuencia con las dos mujeres que han modelado mi vida?", bromeó el realizador, que en el corto interpreta a un chico que se arranca a cantar en un bar para seducir a una clienta.

7.35 de la mañana ya se ha visto en Los Ángeles y para el director fue "un subidón": "Es una especulación barata, pero a mí me dio buen feeling. Los otros cuatro cortos tampoco son americanos y eso es bueno porque no hay tráfico de influencias. El mío es el más breve, siete minutos, y el resto, de 15 a 20 minutos. Y es muy distinto, es comedia y es frívolo, y los otros indagan en tragedias sociales y militares". No fue candidato a los Goya, pero no quiso polemizar. "Me colé en la fiesta de Mar adentro tras los Goya. Había barra libre y yo me dejé llevar por los vapores del éxito y ahí estaba Amenábar en la barra con un zumito. ¡Yo sería incapaz de mantenerme sereno con 14 Goyas! Me dijo que no había visto mi corto. Espero que lo haya visto en Los Ángeles".

¡Clint!

Recordó también su encuentro hace unos días en Hollywood con el resto de candidatos. "En el lunch aluciné. Aquí hay la cultura del postre y después un chupito, un puro, otro chupito... Pero allí me quedé solo". No se resistió a alardear entre risas. "Era ridículo estar allí saludando a Clint Eastwood: '¡Eh, Clint!, a ver si te llevas algo y tal", contó mientras mostraba a las cámaras la mano que había estrechado a Eastwood antes de relatar cómo se sentó en la mesa contigua a la de Martin Scorsese y Leonardo DiCaprio.

"Hay rumores de que a algunos les van a entregar el premio en su sitio. Dicen que quieren experimentar, ¿pero por qué tiene que ser este año?". De su posible discurso aseguró no haber escrito ni una línea. "Quiero ver los márgenes escénicos antes de pensar qué voy a contar".

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