Crítica:ESTRENO | '5x2 (Cinco veces dos)'

El reverso del amor

En los últimos años, diversos autores han abandonado el relato lineal de sus historias para experimentar (en general con buenos resultados) con el tiempo narrativo. Obligado por la motivación de la trama, Christopher Nolan fascinó con Memento (2000); como si de un juego matemático se tratara, Alejandro González Iñárritu fragmentó 21 gramos no sólo en el límite secuencial, sino también dentro de la propia escena, mientras que Gaspar Noé comenzó Irreversible por los títulos de crédito finales para después ir retrocediendo en su historia hasta un aparente final feliz. Exactam...

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En los últimos años, diversos autores han abandonado el relato lineal de sus historias para experimentar (en general con buenos resultados) con el tiempo narrativo. Obligado por la motivación de la trama, Christopher Nolan fascinó con Memento (2000); como si de un juego matemático se tratara, Alejandro González Iñárritu fragmentó 21 gramos no sólo en el límite secuencial, sino también dentro de la propia escena, mientras que Gaspar Noé comenzó Irreversible por los títulos de crédito finales para después ir retrocediendo en su historia hasta un aparente final feliz. Exactamente igual que Noé (pero sin la pista sobre la estructura que aportaban los créditos finales en el comienzo) ha hecho el también francés François Ozon, que ha contado el devenir de un matrimonio desde la firma del acta de divorcio hasta el primer encuentro amoroso.

5x2

Dirección: François Ozon. Intérpretes: Valeria Bruni Tedeschi, Stéphane Freiss, Géraldine Pailhas, Françoise Fabian. Género: drama. Francia, 2004. Duración: 90 minutos.

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Las intenciones del autor de las estimables Bajo la arena (2000) y Swimming pool (2003), y también del espeluznante disparate Ocho mujeres (2002), son evidentemente desmitificadoras sobre el poder del amor y sobre la perdurabilidad de éste. Sin embargo, con un punto de partida tan aparentemente original, Ozon no acierta a describir la relación entre sus protagonistas a través de sucesos que resulten atractivos. Además, la cuesta abajo sentimental (que, debido al sistema narrativo, en realidad es una cuesta arriba) nunca se ve de forma progresiva y, más bien, va dando saltos mortales. De este modo, el espectador nunca ve ese matrimonio (ni al final ni en el inicio de su relación) como la unión de dos personas que se quieren o se odian por la fuerza de la costumbre, de la pasión o de vaya usted a saber qué, sino como dos absolutos desconocidos que, de vez en cuando, se tiran unos crueles platos a la cara con una rabia tan inusitada como mal descrita.

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