BALONCESTO | Fase final de la Copa del Rey

La prueba del algodón

De vez en cuando es bueno poner las cosas en su sitio. Ante ilusiones, proyectos, rachas, buenos deseos y otras cuestiones relacionadas con las opiniones, siempre es recomendable que la realidad haga acto de presencia y coloque a cada cual en el lugar que le corresponde. El baloncesto se dispone a vivir su fin de semana más atractivo y a Zaragoza llega la aristocracia nacional dispuesta a pasar la prueba del algodón. Porque además de provocar un electroshock en la rutinaria temporada regular, cada día más difícil de vender, y entregar el primer galardón de la temporada, la Copa del Rey ...

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De vez en cuando es bueno poner las cosas en su sitio. Ante ilusiones, proyectos, rachas, buenos deseos y otras cuestiones relacionadas con las opiniones, siempre es recomendable que la realidad haga acto de presencia y coloque a cada cual en el lugar que le corresponde. El baloncesto se dispone a vivir su fin de semana más atractivo y a Zaragoza llega la aristocracia nacional dispuesta a pasar la prueba del algodón. Porque además de provocar un electroshock en la rutinaria temporada regular, cada día más difícil de vender, y entregar el primer galardón de la temporada, la Copa del Rey resulta una excelente vara de medir para descubrir dónde está cada cual. Ahora se trata de saber ganar cuando no hay segundas oportunidades y con un prestigioso trofeo en juego, territorio que separa las buenas intenciones de los equipos participantes con sus auténticas capacidades competitivas. Es una línea exigua la que separa a unas y a otras, no va más allá de dos o tres jugadas o incluso puede producirse una intervención puntual de la fortuna, pero para muchos equipos este peldaño es como el paso del Rubicón.

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A este exigente examen se presentan los contendientes con más dudas que certezas. Salvo el Tau, único favorito fiable a priori, y el Gran Canaria, admirable en la perseverancia para estar entre los mejores aunque no cuente en los pronósticos, los otros seis equipos llegan a Zaragoza con la maleta preparada para una larga estancia pero la mosca detrás de la oreja, empezando por el líder de la ACB, el Real Madrid. Su trayectoria avalaría su candidatura, pero ¿quién se fía de un equipo que lleva tanto tiempo sin llevarse un título a la boca? ¿Y del Barça sin Dueñas? Por no hablar de Unicaja o Pamesa, que llevan toda la temporada en un parece que sí, parece que no. ¿No es la Copa demasiada empresa para el sorprendente e inexperto Etosa? ¿Apuntamos en la lista a un Estudiantes sin brillo que viene de jugar su peor partido en 32 años?

Tal panorama no hace sino sumar incertidumbres a una cita ya de por sí dada a sobresaltos, bienvenidos por otra parte en una temporada donde los sistemas de competición tanto domésticos como europeos limitan el dramatismo a fechas contadas. Además, la Copa ha supuesto en más de una ocasión lanzamientos individuales de categoría, como fue la irrupción de Gasol o la puesta en órbita la pasada edición del ahora ausente Rudy Fernández. Son particularidades de una competición singular que este año viaja a una ciudad donde se respira baloncesto, y que fue testigo de la puesta en marcha de una idea que ha calado como ninguna hasta convertirse en la gran cita anual del baloncesto español. Es momento para el algodón, que ya sabemos: nunca engaña.

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