Alemania quiere ligar parte de la retribución de los funcionarios a la productividad y flexibilizar horarios

A los funcionarios alemanes se les avecinan tiempos duros. Su fama de holgazanes podría acabarse este año si el Gobierno alemán consigue imponer en las negociaciones del convenio colectivo un nuevo modelo de remuneración basado en la productividad. Según éste, el 8% del salario de cada trabajador dependerá de los resultados alcanzados.

Hasta última hora de ayer continuaban las negociaciones entre sindicato, ayuntamientos y Gobierno federal, representado por el ministro del Interior, Otto Schily, para lograr un acuerdo que no afecta esta vez a las subidas salariales, sino a una reforma d...

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A los funcionarios alemanes se les avecinan tiempos duros. Su fama de holgazanes podría acabarse este año si el Gobierno alemán consigue imponer en las negociaciones del convenio colectivo un nuevo modelo de remuneración basado en la productividad. Según éste, el 8% del salario de cada trabajador dependerá de los resultados alcanzados.

Hasta última hora de ayer continuaban las negociaciones entre sindicato, ayuntamientos y Gobierno federal, representado por el ministro del Interior, Otto Schily, para lograr un acuerdo que no afecta esta vez a las subidas salariales, sino a una reforma del convenio que haga posible mayor flexibilidad en horarios y sueldos. Así, Schily quería imponer "más salarios basados en la productividad" y una reducción de la burocracia.

Los sindicatos continuaban en la tarde de ayer firmes frente al alargamiento de la semana laboral, que actualmente es de 38,5 horas en el oeste y 40 en el este de Alemania. Se trata, según el Gobierno, de adaptar los horarios a las necesidades de modo que, por ejemplo, sea posible subir hasta 45 horas semanales en invierno en los departamentos donde el volumen de trabajo lo requiera, compensándolo con una reducción en los meses de verano.

La Administración abogaba también por eliminar las diferencias entre funcionarios y personal contratado y las primas por edad y número de hijos, quedando sólo las de antigüedad. Otro privilegio condenado a desaparecer es la imposibilidad de despido a partir de los 15 años de antigüedad.

Aunque las partes se mostraban seguras de llegar a un acuerdo, a última hora de ayer quedaban aún cuestiones fundamentales abiertas, según aseguraba Frank Bsirske, presidente del sindicato ver.di, que engloba a los trabajadores de la Administración pública y al que pertenece el mismísimo canciller federal, Gerhard Schröder. Tras una larga noche de trabajo que se extendió hasta la mañana, ayer algunos participantes en la negociación aseguraron que volvían a estar abiertas cuestiones que el lunes ya habían quedado zanjadas.

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