Crítica:

Bloque americano

El gusto por la obra de los grandes artistas del siglo XIX y XX presentada en bloque se adquiere con facilidad y más si está localizada en el vientre de una ballena de titanio. Del impresionismo al arte abstracto arrastra la levedad de los apetitos culturales americanos que comenzaron con Renoir y los posimpresionistas para acabar en el gran Mural nº 831, de Sol LeWitt, y las gestualidades alegóricas de Anselm Kiefer. Se trata de una reorganización de parte de los fondos del Museo Guggenheim enriquecidos con las aportaciones que el marchante de arte alemán Justin K. Thannhauser r...

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El gusto por la obra de los grandes artistas del siglo XIX y XX presentada en bloque se adquiere con facilidad y más si está localizada en el vientre de una ballena de titanio. Del impresionismo al arte abstracto arrastra la levedad de los apetitos culturales americanos que comenzaron con Renoir y los posimpresionistas para acabar en el gran Mural nº 831, de Sol LeWitt, y las gestualidades alegóricas de Anselm Kiefer. Se trata de una reorganización de parte de los fondos del Museo Guggenheim enriquecidos con las aportaciones que el marchante de arte alemán Justin K. Thannhauser realizó en 1978, a las que se sumaron posteriormente las de su viuda Hilde y que, en conjunto, sirvieron para ampliar el alcance histórico de la colección permanente americana. Son casi 150 años de creación, desde la liberación pictórica de Seurat y Van Gogh, el cubismo de Picasso y Braque, Léger, Delaunay, Gris y Kupka, las singularidades de Bonnard y Chagall; más picassos (Fernande con mantilla negra, 1905, y La mujer de pelo amarillo, 1931), los precursores de la abstracción -Klee, Mondrian y Kandinsky- y el surrealismo de Joan Miró.

DEL IMPRESIONISMO AL ARTE ABSTRACTO

Museo Guggenheim

Abandoibarra, 2. Bilbao

Hasta el 18 de febrero

A partir de 1945, el catálogo de formas encuentra en la pintura de acción de Jackson Pollock, en los campos de color de Rothko y en las elegías negras de Motherwell sus gestos más heroicos. Del informalismo europeo se exhiben los testimonios del mejor Tàpies, Saura y Soulanges. El recorrido persigue la abstracción pospictórica de Ellsworth Kelly y Frank Stella, las metafísicas de Palazuelo y la gran forma geométrica que LeWitt creó en 1997 para una de las salas del edificio de Frank O. Gehry, que junto con las realizadas por Jenny Holzer, Francesco Clemente o Richard Serra, ha conseguido transfigurarse en parte de la dermis del museo. Láminas de plomo, semillas, escayola, cenizas y tierra, como el paisaje que la devastación humana ha dibujado sobre la faz del planeta, en los formatos de pintura, escultura y fotografía, son los materiales que definen el neoexpresionismo de Kiefer y los que mejor resumen el pasado siglo, convertido en monumento en contra de su voluntad.

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