Reportaje:

Un mutrikuarra en Hollywood

La Filmoteca rescata en un libro la figura de Juan de Landa, quien triunfó como actor en EE UU en los años 30

La primera vez que el director y productor de cine norteamericano Cecil B. de Mille recibió a Juan de Landa (Mutriku, 1894-San Sebastián, 1968) en su despacho de los estudios de la Metro Goldwyn Mayer, en Hollywod, le espetó: "Su voz me interesa menos que su cara de bandido". Pese a la brusquedad de la frase, fue sin embargo un buen recibimiento, una puerta abierta al mundo del celuloide para un hombre que se había formado en Italia como cantante de ópera.

Y es que Landa, ante la falta de éxito como cantante, primero en Italia y luego en Nueva York, decidió lanzarse a la aventura del ci...

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La primera vez que el director y productor de cine norteamericano Cecil B. de Mille recibió a Juan de Landa (Mutriku, 1894-San Sebastián, 1968) en su despacho de los estudios de la Metro Goldwyn Mayer, en Hollywod, le espetó: "Su voz me interesa menos que su cara de bandido". Pese a la brusquedad de la frase, fue sin embargo un buen recibimiento, una puerta abierta al mundo del celuloide para un hombre que se había formado en Italia como cantante de ópera.

Y es que Landa, ante la falta de éxito como cantante, primero en Italia y luego en Nueva York, decidió lanzarse a la aventura del cine al final de los años treinta del siglo pasado. No tenía experiencia como actor, pero sí contaba con una buena fonética y preparación como intérprete, dos cualidades de peso a principios de los años treinta, cuando la reciente irrupción del cine sonoro llevó a los estudios más importantes a realizar varias versiones en diferentes idiomas del mismo filme. El doblaje estaba aún por llegar.

Compartió rodajes con estrellas como Buster Keaton, Greta Garbo y Clark Gable

Poco después del encuentro con De Mille, el mutrikuarra Juan de Landa, cuyo nombre real era Juan Pisón Pagoaga, debutó como actor en la comedia producida por la Metro De frente, marchen (1930), de Edward Sedgwick, en la que compartió protagonismo con Buster Keaton. Ese mismo año, participó en los trabajos de la Fox Film El valiente y El último de los Vargas. Tras ellas, y de nuevo con la Metro, triunfó con El presidio (1930), donde repitió el papel que Wallace Beery había interpretado en la versión original en inglés.

"En Hollywood la crítica le etiqueta como 'excelente segundo protagonista', 'secundario de lujo' o 'gran actor de carácter', pautas que le acompañarían casi siempre a lo largo de toda su carrera". Así lo explica el periodista y escritor donostiarra José Miguel de Amezketa en Juan de Landa, aktorea, un libro recién editado por la Filmoteca Vasca para recuperar la figura de un actor sobre el que ha habido, dice, "un injusto olvido".

Un año después de grabar El presidio, Landa, conocido en su pueblo cariñosamente como Tablas, rodó, ya en inglés, Susan Lenox, protagonizada por dos grandes estrellas: Greta Garbo y Clark Gable. Amezketa ha recuperado de la hemeroteca una anécdota en torno a este rodaje, narrada en su día por el actor guipuzcoano: "A Greta Garbo tuve que darle de puntapiés en esta película, en la que yo hacía de patrón de un garito tropical y La Divina, de pupila. Intenté no hacerle demasiado daño, pero el guión así lo exigía. Ya entonces era una mujer huidiza y que se comunicaba muy poco con la gente". "¿Quién puede decir que ha zarandeado a la Garbo? Pues este guipuzcoano", bromea el periodista y escritor.

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Fue el último filme que Landa realizó en Estados Unidos, donde, en apenas dos años, sumó una docena de títulos. "Se rodaba bastante rápido, porque los guiones estaban hechos. Lo único que había que hacer era traducirlos. Cambiaban de realizador, por el idioma. La mayoría de las veces utilizan el mismo decorado para las distintas versiones", comenta Amezketa.

Vuelta a Mutriku

El caso es que, pese a su éxito al otro lado del Atlántico, donde podía haber continuado trabajando, Landa decidió volver a su Mutriku natal en 1932. "Tenía mucho apego a su txoko. Quería estar el mayor tiempo posible con los suyos", apunta su biógrafo. Allí permaneció un par de años sin pisar un plató, hasta que el guionista y director Benito Perojo le convence para protagonizar la comedia Se ha fugado un preso (1934). Porque, pese a la referencia de De Mille a su "cara de bandido", el actor guipuzcoano interpretó "papeles variados", apunta Amezketa.

Al estallar la Guerra Civil, Landa se traslada a Francia y, de allí, a Italia, donde encuentra el respaldo de viejos amigos de sus tiempos de estudiante de canto. Inicia de esta forma una nueva etapa profesional en la que alterna su actividad entre España y el país transalpino. La lista de películas en las que participó es extensa. Destacan Ossessione 1942), ópera prima del realizador Luchino Visconti, o La burla del diablo (1954), rodada por John Huston en Italia.

Landa cerró su filmografía, formada por más de 50 películas, con Faustina (1957), de José Luis Sáenz de Heredia. Entonces optó por retirarse. Tenía 63 años y quería disfrutar de la tranquilidad de su pueblo, aunque no le faltó alguna que otra oferta. Murió once años después. La prensa local se hizo eco de su fallecimiento, que también tuvo su espacio en la revista norteamericana Variety.

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