Tribuna:

Y después de las elecciones palestinas...

Aún no han tenido lugar las elecciones palestinas, y lógicamente, los observadores se plantean qué sucederá el día después. Lo previsible es que Mahmoud Abbas sea el ganador. Que eso produzca un gran alivio en Israel y en la Comunidad Internacional, y que un viento de esperanza y de paz, alentado mediáticamente, recorra aquellas tierras. Y, en principio ni los israelíes ni americanos tendrán ya excusas para oponerse a reanudar las negociaciones. Ambos han insistido en culpabilizar a Arafat. En efecto, el rais era considerado por Sharon y Bush como el principal obstáculo a toda solución ...

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Aún no han tenido lugar las elecciones palestinas, y lógicamente, los observadores se plantean qué sucederá el día después. Lo previsible es que Mahmoud Abbas sea el ganador. Que eso produzca un gran alivio en Israel y en la Comunidad Internacional, y que un viento de esperanza y de paz, alentado mediáticamente, recorra aquellas tierras. Y, en principio ni los israelíes ni americanos tendrán ya excusas para oponerse a reanudar las negociaciones. Ambos han insistido en culpabilizar a Arafat. En efecto, el rais era considerado por Sharon y Bush como el principal obstáculo a toda solución política. La pasividad en la búsqueda de una paz israelo-palestina ya no será posible para ellos. La emergencia del nuevo liderazgo por parte Palestina, Mahmoud Abbas, propiciará el reinicio del proceso de paz. Ahora bien, la pregunta, es ¿qué puede suceder en Palestina? Arafat, a pesar de todo, concitaba una cierta unanimidad en su pueblo. La transferencia del poder aparentemente se está estructurando bien. Por eso, aunque el balón se encuentra en el tejado de los israelíes y americanos, esta es la ficha que los palestinos tienen que mover. Y no será fácil. ¿Hasta qué punto Abbas podrá mantener los compromisos básicos: desmantelamiento de las colonias judías en Cisjordania, capitalidad de Jerusalén y regreso de los refugiados?

El nuevo líder palestino, desde mi punto de vista, aceptará compartir el territorio palestino de manera cuasi definitiva con las colonias judías a cambio de un plan de desmantelamiento de algunos asentamientos poco significativos, que no impidan la viabilidad de Estado Palestino y la continuidad territorial. El muro continuará su singladura, y se convertirá en la frontera entre ambos Estados al interior de Cisjordania. De algún modo, Israel, con su construcción está trazando el mapa definitivo de ambos territorios. Junto al muro se construirán zonas industriales, en territorio israelí, para que la mano de obra barata palestina pueda incrementar sus recursos económicos. La precaria agricultura palestina, de nuevo, se relanzará a través de Jordania y Egipto. Pero sobre todo, el turismo se potenciará inmediatamente como un elemento de disuasión frente a los posibles radicales. Esta será la clave de la estabilidad económica, y que servirá de argumento al nuevo liderazgo palestino para convencer a su pueblo de las posible concesiones. Evidentemente la implicación económica de Estados Unidos y de la Unión Europea serán decisivas para que esta etapa de transición se realice sin sobresaltos.

En cuanto a la capitalidad de Jerusalén, Abbas aceptará la solución Abu Dis, Bet Hanina u otra parecida, siempre y cuando quede garantizado el acceso a Jerusalén Este y a las Mezquitas, en donde ambos velarán por la seguridad.

Al respecto de los refugiados, se arbitrarán sustanciosas indemnizaciones con el fin de disuadir a la mayoría de regresar a una tierra en donde sus casas y sus campos se han convertido en un centro comercial o en pistas de tenis de un asentamiento o kibbutz.

Evidentemente, habrá que ver cuál es la actitud de los grupos radicales palestinos y la capacidad de convencerles que tiene Abbas para que se unan a estas soluciones. Desde luego, si persiste el terrorismo, Israel lo tomará como excusa para romper la baraja. Esta será la perspectiva más positiva y realista, en este momento de una cierta euforia y esperanza. No obstante, hay voces muy críticas en la parte israelí. El profesor Neve Gordon, del Departamento de Política y Gobierno de la Universidad Ben Gurión, afirmaba, en un artículo publicado en EL PAÍS: "El problema de Israel es que la muerte de Arafat no resolverá nada. Las razones del conflicto persistirán. Por consiguiente, el primer ministro Sharon debe elegir entre dos líneas de acción radicalmente distintas. Puede optar por abordar las reivindicaciones palestinas, lo cual indudablemente entrañaría dolorosas concesiones por parte de Israel, pero podría finalmente conducir a la paz en la región. Otra posibilidad es que forje un nuevo mito que consiga una vez más distraer la mirada de la opinión pública de los asuntos reales, y permita a Israel seguir expropiando la tierra palestina y destruyendo la infraestructura de subsistencia de la población. Esta última opción es la que muy probablemente adoptará Sharon. Entonces la cuestión pasa a ser: ¿qué nuevo mito se creará?" Un panorama poco halagüeño, pero a lo mejor real. Esperemos que se equivoque en su análisis. La situación es tan insostenible, que un fracaso actualmente supondría enterrar el proceso de paz, y prolongar indefinidamente el odio y la violencia. De momento, americanos y europeos cerrarán filas en torno a los líderes actuales y han prometido su ayuda para relanzar el proceso de paz. Las cosas pueden evolucionar positiva o negativamente, e ir muy deprisa o muy despacio... A partir del 9 de enero saldremos de dudas.

José Luis Ferrando es profesor de Filosofía y Teología.

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