Columna

Sectarismo

Ya lo dijeron los ciudadanos que visitaron el Congreso el día de puertas abiertas: a ver si dejan ustedes de pegarse. Y lo remachó con hondura Pilar Manjón: basta de manipulación y partidismos. Se ha criticado que Manjón sea sindicalista de CC OO; yo creo, por el contrario, que esto realza la lucidez y el rigor de sus palabras; y no porque su pedigrí ideológico me parezca la repanocha (me daría lo mismo que fuera del PSOE o del PP), sino porque demuestra que el problema no reside en tener unas ideas concretas ni en pertenecer a una opción política que intenta desarrollarlas civilizadamente, si...

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Ya lo dijeron los ciudadanos que visitaron el Congreso el día de puertas abiertas: a ver si dejan ustedes de pegarse. Y lo remachó con hondura Pilar Manjón: basta de manipulación y partidismos. Se ha criticado que Manjón sea sindicalista de CC OO; yo creo, por el contrario, que esto realza la lucidez y el rigor de sus palabras; y no porque su pedigrí ideológico me parezca la repanocha (me daría lo mismo que fuera del PSOE o del PP), sino porque demuestra que el problema no reside en tener unas ideas concretas ni en pertenecer a una opción política que intenta desarrollarlas civilizadamente, sino en la intransigencia y el sectarismo, en la vociferación fanática y en la instrumentalización de esas ideas hasta convertirlas en una mera herramienta de poder personal.

Para mí, todos los partidos manipularon los muertos desde el primer momento (aunque el Gobierno del PP tuviera un plus de responsabilidad, justamente por ser el Gobierno), y la crispación no ha hecho sino empeorar desde el 11-M. Qué país de gritones: entre los energúmenos de la telebasura y la zafiedad de los dirigentes, acabaremos todos desquiciados (cuando el sectarismo arrecia, conviene recordar una obviedad: es humanamente imposible que uno tenga la razón en todo y tu oponente no la tenga en nada). Creo que los españoles no nos merecemos estos políticos tan maniobreros e intolerantes. Y los periodistas tampoco damos la talla. Políticos y periodistas andan íntimamente unidos, comparten y se reparten intereses y están sumidos en la misma batalla desmesurada y partidista, en una bronca disparatada y feroz. Estoy convencida de que la mayoría de los ciudadanos no participa en esa guerra sectaria, pero, ¿por cuánto tiempo más mantendrá la sociedad su sensatez? La historia demuestra que es muy fácil que los pueblos se precipiten al abismo, si antes su cabeza ha sido achicharrada por ese binomio fatal formado por los medios de comunicación y los políticos. Y así, hoy, treinta años después de Franco y en una democracia supuestamente madura, hay gente que no se atreve a decir que vota al PP por miedo a que la tachen de fascista, o se cuestiona la credibilidad de alguien como Manjón por el mero hecho de ser de CC OO. Si no diera pavor daría hasta risa.

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