FÚTBOL | 16ª jornada de Liga

En taxi a por otra equipación

En los derbies siempre surge algo extradeportivo que acaba empañando lo que pasa en el terreno. Pero nunca se había visto un galimatías tan absurdo: el partido empezó más de tres cuartos de hora tarde porque el árbitro, Teixeira Vitienes, no permitió al Betis jugar con su primera equipación, los pantalones negros y la camiseta de rayas verdes y blancas, con la que los de Heliópolis han jugado siempre en Nervión.

La parte de arriba del uniforme bético es casi idéntica a la de la temporada pasada, pero, para Vitienes, tenía demasiado blanco y podía confundirse con la sevillista. As...

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En los derbies siempre surge algo extradeportivo que acaba empañando lo que pasa en el terreno. Pero nunca se había visto un galimatías tan absurdo: el partido empezó más de tres cuartos de hora tarde porque el árbitro, Teixeira Vitienes, no permitió al Betis jugar con su primera equipación, los pantalones negros y la camiseta de rayas verdes y blancas, con la que los de Heliópolis han jugado siempre en Nervión.

La parte de arriba del uniforme bético es casi idéntica a la de la temporada pasada, pero, para Vitienes, tenía demasiado blanco y podía confundirse con la sevillista. Así que Gregorio Conejo, uno de los consejeros béticos, y el utillero tuvieron que llamar a un taxi cuando faltaban 10 minutos para la hora prevista (19.00 horas) y, escoltados por la policía para que le despejasen el tráfico, ir hasta el Ruiz de Lopera a buscar las camisetas verdes de la segunda equipación.

Los estadios distan unos dos kilómetros y las camisetas no llegaron al Pizjuán hasta las 19.17. Los béticos saltaron inmediatamente al campo vestidos para jugar, pero entonces faltaban los sevillistas, que tardaron en salir otros cinco minutos. Y lo hicieron con ropa de entrenamiento para hacer unos rondos porque, según su director deportivo, el árbitro les había dicho que podrían calentarse una vez que llegaran las camisetas de Heliópolis.

Pero al Betis no debieron avisarle porque miraron desconcertados hasta que alguien les trajo sus sudaderas para que se unieran al calentamiento. El Sevilla volvió al vestuario y, cuando saltó para jugar, se topó con los béticos entrenándose. El absurdo acabó con 46 minutos de retraso y entre gritos de "¡fuera, fuera!" de la afición.

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