Editorial:

La OPEP se protege

La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) decidió ayer recortar la sobreproducción de crudo. La cuota actual de sus socios está fijada en 27 millones de barriles diarios, pero la producción real alcanza los 29,5 millones, que el cartel ha decidido rebajar en un millón. Con ello transmite una primera idea: la etapa de las tensiones de la demanda, provocadas en gran parte por el crecimiento acelerado de la economía china y el caos en Irak, está a punto de terminar. El descenso del precio del crudo en los mercados, hoy en torno a los 40 dólares por barril después de superar los 50...

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La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) decidió ayer recortar la sobreproducción de crudo. La cuota actual de sus socios está fijada en 27 millones de barriles diarios, pero la producción real alcanza los 29,5 millones, que el cartel ha decidido rebajar en un millón. Con ello transmite una primera idea: la etapa de las tensiones de la demanda, provocadas en gran parte por el crecimiento acelerado de la economía china y el caos en Irak, está a punto de terminar. El descenso del precio del crudo en los mercados, hoy en torno a los 40 dólares por barril después de superar los 50 dólares, no es un fenómeno coyuntural, sino que puede extenderse en el tiempo; y la OPEP forcejea para que no baje de esa cifra ni se encarezca demasiado hasta provocar la alarma mundial.

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La segunda idea que refleja la decisión del cartel es una política preventiva para evitar la caída brusca de los precios, similar a la de las últimas semanas. No es lo mismo para la estructura económica de los países productores que el precio caiga moderadamente, durante cierto tiempo, que un bajón pronunciado en un corto periodo. Por otra parte, la inestabilidad militar en Oriente Próximo parece ya un factor descontado en el escandallo del precio final del petróleo y los inversores han aplacado por fin las apuestas sobre el crecimiento del precio a corto y medio plazo. Por lo tanto, la OPEP interpreta que existe un riesgo real de caída brusca del precio y se aplica a desactivar las causas con una restricción del suministro real.

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Con todo, una tercera lectura es la escasa presión de los gobiernos importadores de petróleo para reducir la demanda. Ni en los momentos más calientes del último episodio de explosión de precios se ha apreciado una disposición de los responsables europeos por reactivar los planes de ahorro o por reducir el coste del crudo en la unidad de producto. Si las subidas rápidas de precios tienen hoy menos impacto sobre las economías occidentales es porque la reacción a los shocks petroleros de 1973 y 1979 provocó un descenso de la demanda de petróleo en los países importadores. Al parecer, esa lección se ha olvidado.

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