Una protesta paraliza las obras de un refugio para indigentes en Carabanchel

El Ayuntamiento pretende que el viejo velódromo cobije a 120 mendigos

Más de 200 vecinos ocuparon ayer la entrada del velódromo y cortaron al tráfico la vía Carpetana para impedir la construcción de un albergue temporal para indigentes que, temen, se puede convertir en un foco de delincuencia. Casi 100 agentes de la Policía Municipal intentaron desalojar a empujones a los manifestantes, la mayoría jubilados, pero sin éxito. La concejal de Empleo y Servicios al Ciudadano, Ana Botella, mandó suspender los trabajos hasta el próximo viernes. Afirmó que no hay otro lugar disponible, pero instó a los vecinos a que busquen ellos otra ubicación para el albergue.

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Más de 200 vecinos ocuparon ayer la entrada del velódromo y cortaron al tráfico la vía Carpetana para impedir la construcción de un albergue temporal para indigentes que, temen, se puede convertir en un foco de delincuencia. Casi 100 agentes de la Policía Municipal intentaron desalojar a empujones a los manifestantes, la mayoría jubilados, pero sin éxito. La concejal de Empleo y Servicios al Ciudadano, Ana Botella, mandó suspender los trabajos hasta el próximo viernes. Afirmó que no hay otro lugar disponible, pero instó a los vecinos a que busquen ellos otra ubicación para el albergue.

Los vecinos de Carabanchel plantaron cara al Ayuntamiento. Más de 200 personas, la mayoría de avanzada edad, y al grito de "no pasarán", ocuparon ayer la entrada del velódromo, una superficie abandonada de más de 25.000 metros cuadrados en la vía Carpetana, que se empezó a construir en 1990 y donde hoy se acumulan los escombros y la basura en pleno centro del barrio.

Un grupo pasó la noche en la puerta de la instalación, pero hasta primera hora de la mañana no llegaron los camiones que transportaban parte de las piezas del barracón que servirá de albergue. "Nos tumbamos en el suelo y no les dejamos pasar", contó una de las participantes. Los camiones dieron la vuelta y fue entonces cuando llegó la policía.

Más de 100 agentes de la Policía Municipal trataron de desalojar a los manifestantes, con empujones "y malos modos", según relató Mercedes, una vecina de 70 años. "Casi me caigo al suelo, y a otros los estamparon contra las verjas", señaló otra mujer, de 67 años. "No me pasó nada, pero vi cómo a un señor se le cayó la dentadura y a otro se lo llevaron al médico porque lo tiraron al suelo", dijo.

La indignación por la actuación de los agentes -"es una vergüenza cómo han tratado a los ancianos", repetían- desembocó en otra acción espontánea: durante una hora un grupo de 20 personas cortó la calle al tráfico ante la pasividad de los agentes, que no abandonaron la entrada del velódromo.

Los vecinos tratan de impedir que el Ayuntamiento siga construyendo en este recinto, calificado sólo para uso deportivo, un albergue para acoger a los indigentes sólo durante la próxima campaña municipal contra el frío (del 25 de noviembre al 31 de marzo de 2005). Los trabajos comenzaron la semana pasada, y el objetivo es construir un gran barracón con capacidad para albergar a 120 personas.

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Nuevo centro de droga

Pero la gente del barrio teme que se convierta en "un nuevo centro de droga y delincuencia", explicó Paloma, una vecina, "como ya lo fue el cerro de la Mica", un poblado cercano y ya erradicado que en un principio también iba a ser provisional. "Durante años tuvimos que aguantar a los yonquis pinchándose en nuestro portal y robándonos los bolsos", recordaba. "Entendemos que los indigentes tienen que dormir en algún lado", dijo otro vecino. "Pero exigimos que se repartan las cargas. Siempre nos toca a los barrios del sur y tenemos que ser solidarios todos".

Los manifestantes aseguraron que ni el Ayuntamiento ni las asociaciones del barrio les habían avisado de la construcción del albergue. La semana pasada observaron cómo debajo de la tribuna del velódromo, escondido por una tapia y difícil de ver a primera vista, se estaba construyendo "con nocturnidad y alevosía", se quejaban los vecinos.

Desde IU exigieron ayer a la concejalía la apertura inmediata de una mesa de negociación para pactar con los vecinos la ubicación del centro móvil de acogida. "Lo que el Ayuntamiento tiene que hacer es cumplir lo que prometió y convertir el velódromo en una zona deportiva y cultural", afirmó la portavoz de IU en el Consistorio, Inés Sabanés. El concejal del PSOE en el distrito de Carabanchel, Joaquín García Pontes, también exigió que el velódromo se convierta "por fin" en una zona deportiva.

Por su parte, la concejal de Servicios al Ciudadano, Ana Botella, tras reunirse con una representación de los manifestantes, aseguró que la construcción del albergue estará paralizada hasta el viernes, momento en el que se volverán a reunir, y vecinos y Ayuntamiento presentarán sus propuestas. Los residentes ya han anunciado que propondrán que el albergue se traslade a la antigua cárcel de Carabanchel o a los antiguos cuarteles del Éjercito en el distrito, ahora en desuso. Botella añadió que, tras la campaña contra el frío, el barracón se desmontará y se acondicionará definitivamente el velódromo como zona deportiva. Obras que, según fuentes municipales, comenzarán en junio de 2005.

Los vecinos, sin embargo, no se fían de las promesas de Ana Botella. "Ya nos han tratado de engañar antes, y no van a dejar de intentarlo ahora", afirmó uno. "Seguiremos vigilando hasta el viernes para asegurarnos de que no sigan trabajando".

Dos vecinos de Carabanchel, durante el corte de tráfico de la vía Carpetana en protesta por la instalación de un albergue para indigentes.CLAUDIO ÁLVAREZ

El proyecto de nunca acabar

Hace ya 14 años, el Ayuntamiento de Madrid inició una obra que aún no ha terminado. El antiguo canódromo de Carabanchel se iba a convertir en un velódromo que ocuparía 25.000 metros cuadrados y con capacidad para 5.000 espectadores. Las obras comenzaron y se llegó a construir una pista de ciclismo fabricada de una madera especial, traída desde la República Democrática de Congo, y el graderío de hormigón, obra del ingeniero Eduardo Torroja.

En los bajos de la grada se instalarían oficinas, saunas y gimnasios. Pero en 1991, después de haber invertido en la obra casi cinco millones de euros, el Ayuntamiento de la capital se quedó sin dinero, por lo que solicitó la ayuda del Gobierno regional y del Consejo Superior de Deportes.

Ambos organismos declararon que no estaban interesados en el proyecto. Las obras se pararon y el velódromo a medio construir cayó en el olvido durante años, mientras sus instalaciones fueron ocupadas, poco a poco, por eventuales visitantes que saqueaban el lugar o lo convertían en su improvisada morada.

No fue hasta el principio de la última legislatura como alcalde del popular José María Álvarez del Manzano, en torno a 1999, después de un gasto de otros 600.000 euros, cuando se empezaron a utilizar los gimnasios del velódromo para que las personas mayores del barrio hicieran gimnasia de mantenimiento, recuerda el concejal de PSOE en el distrito de Carabanchel, Joaquín García Pontes. Esta iniciativa no tardó mucho en decaer y las instalaciones en volver a su estado de abandono, en el cual se encuentran actualmente.

Hoy, los cristales de esos gimnasios están rotos, según confirmó el personal de limpieza que ayer accedió al recinto. La fotografía del interior del velódromo la componen los escombros y los restos -excrementos, por ejemplo- que dejan las personas que allí pernoctan eventualmente, yonquis que según los vecinos se cuelan por la vallas rotas del recinto.

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