Corto pero peligroso
Los embotellamientos en los accesos al centro se extienden a todas las capitales a primera hora de la mañana
Isabel Morales, 29 años, vive al otro lado del río Andarax, en el barrio almeriense de La Cañada, a unos siete kilómetros de la capital. Trabaja como técnica de formación para una empresa en una céntrica calle de Almería. El peor día es el martes: hay mercadillo de Regiones justo en la entrada Este de Almería por la carretera que utiliza, la N-340. "Ese día es un caos de coches y de tráfico", explica. El primer problema está en los accesos a la Universidad de Almería. Superado el primer trance continúa un trayecto lleno de curvas y baches -sin iluminación alguna por la noche, pese a que La Cañ...
Isabel Morales, 29 años, vive al otro lado del río Andarax, en el barrio almeriense de La Cañada, a unos siete kilómetros de la capital. Trabaja como técnica de formación para una empresa en una céntrica calle de Almería. El peor día es el martes: hay mercadillo de Regiones justo en la entrada Este de Almería por la carretera que utiliza, la N-340. "Ese día es un caos de coches y de tráfico", explica. El primer problema está en los accesos a la Universidad de Almería. Superado el primer trance continúa un trayecto lleno de curvas y baches -sin iluminación alguna por la noche, pese a que La Cañada es un barrio de Almería- que culmina en el puente que cruza el río y que a diario pone en peligro la vida de decenas de peatones. "Hay muchos niños que van a pie al colegio o inmigrantes que se desplazan a los invernaderos y este puente no tiene aceras. Es un auténtico peligro para ellos", describe la conductora. Por fin, llega a la ciudad, callejea no más de tres minutos y encuentra aparcamiento sin problemas cerca del trabajo. Isabel ha tardado 17 minutos en recorrer siete kilómetros.