Tribuna:

Los tres últimos años

Hace ya tres años desde que el precio de las materias primas alcanzó su punto más bajo de las dos últimas décadas: 185 si se mide su evolución por el índice CRB de Reuters. Desde entonces la subida experimentada por este índice ha sido tan grande que el pasado mes de octubre se situaba en 284, un nivel que no se había alcanzado desde 1981. También hace tres años el dólar llegó a un punto de máxima fortaleza, como no se le conocía desde mediados de los años ochenta.

Coincidían a finales de 2001 el comienzo de la apreciación del euro y el yen con la subida de precio de las materias primas...

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Hace ya tres años desde que el precio de las materias primas alcanzó su punto más bajo de las dos últimas décadas: 185 si se mide su evolución por el índice CRB de Reuters. Desde entonces la subida experimentada por este índice ha sido tan grande que el pasado mes de octubre se situaba en 284, un nivel que no se había alcanzado desde 1981. También hace tres años el dólar llegó a un punto de máxima fortaleza, como no se le conocía desde mediados de los años ochenta.

Coincidían a finales de 2001 el comienzo de la apreciación del euro y el yen con la subida de precio de las materias primas y, también, con el final de la recesión norteamericana, que había durado ocho meses de ese año, siendo así algo más corta que la media de las recesiones que se han producido en EE UU tras la Segunda Guerra Mundial.

Nueva etapa

Se iniciaba, pues, al terminar 2001 una etapa a todas luces nueva, enturbiada por la caída de los mercados de renta variable que se sucedía desde los primeros meses del año 2000 (y que aún tenía que pasar por los momentos mucho más críticos que originarían los problemas descubiertos en Enron, WorldCom y otras empresas americanas en el verano de 2002, o por los que precedieron a la intervención anglo-norteamericana en Irak. Todo ello en la estela de los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono. Tres años, pues, que ocuparon las tres cuartas partes del primer mandato presidencial de George W. Bush.

Desde entonces, finales de 2001, han tenido lugar muchos y variados acontecimientos, entre ellos, la recuperación de las bolsas desde sus mínimos; el cambio de ciclo en los tipos de interés de corto plazo (que han comenzado a subir en EE UU) y la subida de los precios del petróleo (acompañando a los de las restantes materias primas) en más de 150%. Y, también, la reelección de Bush.

¿Qué ha ocurrido entretanto con los más de 4.600 fondos de inversión que se distribuyen en España? En promedio (juntando, por tanto, la inversión en todo tipo de activos: renta fija, renta variable o monetarios) han acumulado unas pérdidas medias de 0,82%. La mediana de las rentabilidades de esos fondos ha sido de 0,77%. Es decir, los 2.300 vehículos de inversión colectiva que constituyen la mitad de los fondos mencionados ha obtenido en los tres últimos años una rentabilidad media superior a 0,77%, mientras que la otra mitad la tuvo inferior a ese porcentaje.

Por grupos más o menos homogéneos de fondos las rentabilidades muestran una gran dispersión: desde la mejor de todas, que corresponde a los fondos de renta variable que invierten en los países emergentes del este de Europa, con su 23% de media anual compuesta, hasta las pérdidas acumuladas por los fondos de renta variable que invierten en acciones de empresas del sector de biotecnología, un promedio anual del 16%. La variación que va de una a otra media es, pues, de casi un 50%, lo que permite darse una buena idea de la importancia de elegir el tipo de fondo adecuado.

Naturalmente, entre los fondos más perjudicados por la marcha de los mercados y sus vicisitudes de todo género, están los que se especializaron en inversiones en empresas tecnológicas (con pérdidas del 13%) y los que los hicieron en empresas ligadas de una u otra forma al sector de medios de comunicación, con pérdidas medias aún mayores, del 15%.

Menor dispersión

Si la misma comparación se hace entre fondos que están domiciliados en España, normalmente promovidos por entidades españolas, la dispersión en las rentabilidades medias es muy inferior. En ese caso las rentabilidades medias están todas comprendidas dentro de un intervalo cuyo un extremo inferior es la pérdida media anual de 6,1% acumulada por los fondos de renta variable norteamericana, en tanto que el superior corresponde a la ganancia media anual proporcionada por los fondos de renta variable emergente, algo más de un 9%.

En cualquier caso, el conjunto de los partícipes españoles de fondos concentra más de un 70% de su inversión en fondos sin riesgo (garantizados, monetarios o de renta fija a corto plazo), por lo que, cuando se habla de ganancias o pérdidas espectaculares, siempre hay que tener presente que no están referidas a cantidades muy elevadas. Por ejemplo, el patrimonio invertido en fondos de renta variable norteamericana no excede los 900 millones de euros, apenas 0,4% del total. Los fondos de renta variable española (casi un 4% del patrimonio total de fondos) han acumulado en los tres años últimos una rentabilidad media anual compuesta de 5,25%.

Juan Ignacio Crespo es director general de Finanduero.

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