Crítica:

Más allá del 'tempo' moderno

Como me temo que una parte importante de nuestro público aficionado no sabe quién es el escultor británico John Davies (Cheshire, 1946), a pesar de que han menudeado entre nosotros las exposiciones, individuales y colectivas, de la escultura británica contemporánea, empezaré diciendo que es un artista muy característico de ese individualismo inglés, que, muchas veces, sólo revela un tosco provincianismo, pero, otras, da igual su cantidad, es el signo del verdadero arte. Durante nuestra revolucionaria y, por tanto, tan gregaria época, ha habido en el Reino Unido no pocos casos de artistas tocad...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Como me temo que una parte importante de nuestro público aficionado no sabe quién es el escultor británico John Davies (Cheshire, 1946), a pesar de que han menudeado entre nosotros las exposiciones, individuales y colectivas, de la escultura británica contemporánea, empezaré diciendo que es un artista muy característico de ese individualismo inglés, que, muchas veces, sólo revela un tosco provincianismo, pero, otras, da igual su cantidad, es el signo del verdadero arte. Durante nuestra revolucionaria y, por tanto, tan gregaria época, ha habido en el Reino Unido no pocos casos de artistas tocados por este obstinado afán libertario, que produce sinsabores personales y retarda la fama, pero es el lecho de una creación interesante y perdurable. En este contexto y orientación se configura la personalidad de John Davies, que armó cierto ruido local a comienzos de la década de 1970, para después desaparecer de las listas oficiales de la modernidad, lo cual no supuso que el escultor se arredrara en su empeño.

JOHN DAVIES

Museo de Bellas Artes

Plaza del Museo, 2. Bilbao

Hasta el 23 de enero de 2005

Recuerdo que tuve el privilegio de visitar, en 1972, la exposición de Davies, entonces un joven de 26 años, en la ya prestigiosa Whitechapel Art Gallery, de Londres, y el impacto que me produjeron sus figuras y retratos de escayola y poliéster, cuyo hiperrealismo aparentemente a la moda no ocultaba un trasfondo de arcaico hieratismo y hasta, si se quiere, la intemporalidad de una antigua logia de bustos de carácter votivo y solemne. Daba ya toda la impresión de ser uno de esos inconformistas, cuyo modernismo consiste en salirse paradójicamente del tempo pautado de lo moderno, escarbando excéntricamente en las voces inmemoriales del silencio histórico.

En este sentido, haber logrado reunir 222 obras, entre esculturas y dibujos, de John Davies, la primera fechada en 1963-1967 y la última, en 2004, es una iniciativa de valiente y hondo calado, porque no sólo nos restituye la memoria de una trayectoria singular, sino que, ¡hélas!, a pesar de los precipitados augurios del olvido, resulta que está dotada de la frescura más actual. Por lo demás, no se resume una trayectoria de casi medio siglo, como quien dice, "de un plumazo", y, durante todo este tiempo, la obra de Davies devana no pocas luces y sombras de su central obsesión sobre la figura humana, con ecos de aquí y de allá, incluido su interés por los funambulistas de Daumier, por citar lo menos citado, pero, en cualquier caso, pervive siempre en él el don de la intensidad, que surge, claro, del más insobornable individualismo, el inapelable celemín del arte.

Esta exposición se presentará en el IVAM del 10 de marzo al 22 de mayo de 2005.

Archivado En