Editorial:

Repensar el turismo

El agotamiento del modelo de turismo de sol y playa es una idea que se viene repitiendo en los últimos dos años como un presagio de que la industria turística amenaza crisis. Las cifras confirman que los años dorados del boom, durante los cuales el turismo se convirtió en la primera industria española, ya no volverán a repetirse. Se mantiene, sí, la afluencia masiva de viajeros, que hacen de España el segundo destino del mundo; pero el gasto medio por turista está prácticamente en los mismos niveles de 1999; la duración de la estancia media también baja y otros destinos compiten ventajo...

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El agotamiento del modelo de turismo de sol y playa es una idea que se viene repitiendo en los últimos dos años como un presagio de que la industria turística amenaza crisis. Las cifras confirman que los años dorados del boom, durante los cuales el turismo se convirtió en la primera industria española, ya no volverán a repetirse. Se mantiene, sí, la afluencia masiva de viajeros, que hacen de España el segundo destino del mundo; pero el gasto medio por turista está prácticamente en los mismos niveles de 1999; la duración de la estancia media también baja y otros destinos compiten ventajosamente en precio con los servicios españoles, aunque no necesariamente en calidad. La situación no puede entenderse como una crisis, pero sí como un estancamiento que provoca dudas entre las empresas de distintos servicios que confluyen en el sector turístico, desde las hoteleras a los turoperadores; empresas que tienen distintos intereses y analizan la situación de forma bien distinta.

Los empresarios hoteleros reclaman un plan renove en profundidad que modifique sustancialmente la oferta hotelera española, junto con la calidad de los servicios y mejoras urbanísticas y medioambientales que atraigan a un turismo de mayor calidad. Pero para otros sectores, menos afectados hoy por la pésima combinación entre precios altos y gasto medio bajo del viajero, la situación mejorará con leves retoques en las ofertas a los turistas de siempre. El caso es que el turismo de sol y playa ya no producirá crecimientos del mercado como los usuales hasta mediados de los años noventa. Pero tal agotamiento no significa que su importancia vaya a decrecer bruscamente o que pueda ser sustituido fácilmente por otros modelos.

Lo que sí puede hacerse es reflexionar sobre las líneas de actuación económica que permitirán mantener e incluso ampliar la importancia económica del sector. El primer paso es que Gobierno, comunidades autónomas, ayuntamientos y empresarios elaboren un plan de renovación del turismo. A pesar de que es un primer paso evidente, nadie ha tomado la iniciativa para darlo.

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