LA DEFENSORA DEL LECTOR

Farruquito

El joven bailaor de flamenco Juan Manuel Fernández Montoya, Farruquito, ha vuelto a los escenarios madrileños con el espectáculo familiar con el que triunfó, hace unos meses, en Nueva York. Días antes había intervenido, también en Madrid, en el concierto del cantante Alejandro Sanz. Sonados acontecimientos que han motivado su presencia en distintas páginas de EL PAÍS en las últimas semanas.

El domingo 12 de septiembre era entrevistado por Miguel Mora, en la página 43 de Espectáculos, entrevista que ha originado las quejas de distintos lectores por el tratamiento dado al personaje...

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El joven bailaor de flamenco Juan Manuel Fernández Montoya, Farruquito, ha vuelto a los escenarios madrileños con el espectáculo familiar con el que triunfó, hace unos meses, en Nueva York. Días antes había intervenido, también en Madrid, en el concierto del cantante Alejandro Sanz. Sonados acontecimientos que han motivado su presencia en distintas páginas de EL PAÍS en las últimas semanas.

El domingo 12 de septiembre era entrevistado por Miguel Mora, en la página 43 de Espectáculos, entrevista que ha originado las quejas de distintos lectores por el tratamiento dado al personaje en relación con el accidente de tráfico que protagonizó hace un año. Un atropello en el que hubo una víctima mortal y por el cual se encuentra en libertad bajo fianza.

Bernardino Mata, de Pontevedra, asegura: "En mis muchos años de lector de su diario no había visto una introducción a una entrevista que me molestase tanto. Después de destacar las desgracias sufridas por el artista, se dejan caer una serie de perlas de las que voy a destacar dos. 'Farruquito atropelló a un peatón', no indicando las consecuencias del citado atropello; 'No llevaba ni carné de conducir ni seguro', lo que se ha trasladado a la opinión pública es que carecía de ambos. Por muy políticamente correctos que nos pongamos, 'no tener' no es lo mismo que 'no llevar'.

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"Mi más sincera enhorabuena por la entrevista a Farruquito. Consiguieron ustedes que el tranquilo y apacible domingo del que estaba disfrutando, leyendo la prensa, terminara bruscamente y sin solución posible. El resto del domingo tuve su entrevista atragantada. Claro, que si se me atragantó a mí, no me imagino lo que habrá sentido la viuda. ¿Lo imaginan ustedes?", dice Emma Vázquez, desde Oviedo. Por su parte, Andrés Mesa y Rosario Sepúlveda, que firman la carta conjuntamente, critican que el redactor presentara al bailaor "como una víctima de la mala suerte y la injusticia social, descripción inapropiada si tenemos en cuenta que otro joven, al que no prestó auxilio, murió tras ser atropellado por el artista hace un año. Sólo el pobre Farruquito, para el que todos los aplausos le parecen pocos, ha visto truncados sus planes. Por muy amantes del arte que sean, no olviden que Farruquito es ciudadano antes que artista y que su profesión no ha de ser un eximente".

Esther Bengoechea, de Palencia, se confiesa "realmente indignada por la entrevista" y por el tratamiento de víctima que se da al entrevistado. "¿Víctima de quién? Hay cientos de personas con más problemas familiares, económicos y personales que este bailaor, pero no son famosos".

Y Mariano Rojas, de Alcalá de Henares (Madrid), mantiene que si Farruquito hubiera actuado "con la mínima humanidad, hubiera detenido su coche, auxiliado al atropellado y asumido su responsabilidad". Y añade que hubiera entendido la actitud del artista si, en el peor de los casos, lo hubiera hecho al día siguiente del accidente. "Hubiera comprendido que, presa del pánico, se diera a la fuga, pero pasado ese momento se recapacita y se asume la responsabilidad. Mi deseo es que nadie quede impune al no respetar las normas de tráfico. Tenemos un problema enorme, una sangría que inevitablemente llega cada día y que debe terminar".

Polémica social

Miguel Mora, autor de la entrevista, responde: "Lamento muchísimo que algunos lectores se hayan sentido indignados al leer mi entrevista. Sólo puedo decir que intenté redactarla con el máximo cuidado, consciente de que se trata de un personaje que ha suscitado estos meses enorme polémica social, incluidas opiniones que no renuncian al reflejo étnico y juicios paralelos en la televisión-basura. Parece que no sólo no conseguí ser cuidadoso, sino que el texto quedó 'tendencioso' y 'publicitario'. Sólo puedo decir que la entrevista no trataba de entrar a fondo en los detalles que rodearon el atropello mortal de Benjamín Olalla, bien conocidos, creo, por la inmensa mayoría y sobre los cuales decidirán en su día los tribunales. La idea era sobre todo contar cómo se siente un artista de 22 años antes de actuar un mes entero en Madrid, mientras vive un momento personal difícil y dramático. Sólo puedo ofrecer mis más sinceras disculpas si el resultado final ha ofendido a los lectores".

El Libro de estilo de EL PAÍS, al referirse a las entrevistas de declaraciones, establece que deben contar con una presentación del entrevistado "en la que se refleje su personalidad, así como cuantos datos reveladores sean precisos para situarle y explicar los motivos por los cuales se le interroga". Sin duda, el redactor hizo una presentación de la personalidad y ambiente actual del entrevistado con abundantes datos personales y familiares, pero esta Defensora cree que, como apuntan los lectores, olvidó algunos esenciales al describir el accidente protagonizado por el artista. Uno, que Benjamín Olalla, de 35 años, el peatón atropellado al que no prestó ayuda, murió y dejó viuda. Dos, que el bailaor está en libertad condicional, imputado por presuntos delitos de homicidio, omisión del deber de socorro y denuncia falsa. Tres, que los meses que tardó en reconocer su atropello ante la policía, después de inculpar a su hermano menor, fueron siete.

Cierto que estos datos no eran nuevos y se habían publicado ya en EL PAÍS, pero hay muchos lectores que no leen el periódico todos los días y, aunque lo lean, es demasiado pedir que recuerden todas las informaciones publicadas, por mucho que se refieran a personajes famosos. Y por otra parte, como también mantiene el Libro de estilo, hay que ofrecer al lector en cada información todos los datos necesarios para que comprenda el entorno de los hechos que se narran.

Puntualización

Esta Defensora decía en su columna titulada Errores y credibilidad, del 12 de septiembre pasado, que la forma correcta de escribir, en la infografía, el símbolo de kilovatios hora, según las normas internacionales, era "kwh". Pues bien dos lectores discrepan -aunque también entre ellos- de que ésa sea la forma correcta. Según Antonio García Martínez, un experto en la materia, lo correcto sería "kWh". Según Fernando Navarro, un frecuente interlocutor de temas científicos, sería "kW·h" -con el punto en el centro-.

Ambos interlocutores están de acuerdo, y tienen razón, en que, según el Sistema Internacional de Medidas, adoptado por España y aprobado por ley, la W tiene que ser mayúscula, ya que se escriben con mayúsculas los símbolos derivados de nombres propios (los de los descubridores, casos de vatio, voltio, amperio, hercio etcétera).

En cuanto a si debe ser "kWh" o "kW·h", parece que las dos formas son correctas, según el Sistema Internacional de Unidades. La norma UNE 82103:1996 mantiene que puede escribirse de las dos formas, aunque luego -en el anexo A- utiliza siempre el punto intermedio. Según esto, la forma más correcta para escribir el símbolo de kilovatio hora sería "kW·h".

Los lectores pueden escribir a la Defensora del Lector por carta o correo electrónico (defensora@elpais.es), o telefonearla al número 91 337 78 36.

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