GENTE

Hoheneck: de cárcel de la Stasi a hotel de 100 euros la celda

Un empresario alemán quiere convertir una ex prisión para disidentes de la RDA en un sitio de 'weekends' diferentes y ofrece vivir una noche como un preso político

El empresario Bernhard Freiberger ha tenido una idea que está dando qué hablar a algunos e indignando a muchos otros en Alemania: convertir en un hotel sui generis el castillo Hoheneck (Stollberg), tristemente célebre durante la ex República Democrática Alemana, como cárcel para mujeres disidentes, regentada por la Stasi, la policía política comunista. Hoheneck, que funcionó como prisión hasta mayo de 2001, fue la cárcel de mujeres más grande de la DDR y llegó a albergar a 2.000 reclusas, en condiciones de hacinamiento.

Con el nombre de Noche en la cárcel de mujeres, Freib...

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El empresario Bernhard Freiberger ha tenido una idea que está dando qué hablar a algunos e indignando a muchos otros en Alemania: convertir en un hotel sui generis el castillo Hoheneck (Stollberg), tristemente célebre durante la ex República Democrática Alemana, como cárcel para mujeres disidentes, regentada por la Stasi, la policía política comunista. Hoheneck, que funcionó como prisión hasta mayo de 2001, fue la cárcel de mujeres más grande de la DDR y llegó a albergar a 2.000 reclusas, en condiciones de hacinamiento.

Con el nombre de Noche en la cárcel de mujeres, Freiberger promocionó en su página web un programa completo para los dos primeros fines de semana de septiembre: no sólo recorrer en una visita guiada la prisión que dispensaba un "trato sádico" a sus reclusas, sino también, para "huéspedes valientes", la posibilidad de pasar la noche allí, a 100 euros la celda. En declaraciones a The New York Times, el empresario alemán que compró el castillo en 2003 explicó su particular concepto de la memoria (y de los negocios): "Es importante hacer que la gente sienta lo que pasó aquí. Uno no lo entiende viéndolo en un museo". Para quienes quieran "entender", Freiberg diseñó un paquete de turismo macabro: pasar una noche como un verdadero disidente. Dormir en una celda fría, oscura y pequeña, sobre una cama dura y comer platos intragables, para experimentar "la irresistible sensación de prisión". La idea integra un ambicioso proyecto: convertir el predio en un centro de eventos culturales, con restaurante de especialidades Tex Mex incluido.

Los organismos de derechos humanos se le han echado al cuello: acusan a Freiberger de usar cierta nostalgia por el Este comunista y el éxito de películas como Goodbye, Lenin! para trivializar el sufrimiento de quienes fueron perseguidos, convirtiendo en un parque temático uno de los capítulos más crueles de la historia alemana. A nadie se le hubiera ocurrido, argumentan, permitir que se hiciera un hotel en un campo de concentración nazi. "Se están burlando de nuestro sufrimiento. Se diría que vivimos maravillosamente allí", declaró amargamente Leni Köhler, de 77 años, arrestada por los soviéticos en 1950 y acusada de ayudar a soldados rusos a escapar hacia Alemania Occidental. Köhler fue sentenciada a pasar 25 años en Hoheneck, separada de su hijo, que nació en cautiverio, y, finalmente amnistiada.

La Asociación de Víctimas y Perseguidos por el Totalitarismo de la RDA ha ganado, por ahora, la batalla. Las visitas siguen en pie, pero el proyecto del hotel ha sido cancelado y Hoheneck cerrará sus puertas a fines de septiembre. Nada borra, sin embargo, el dato más escalofriante: 800 personas ya habían reservado habitación.-

El castillo Hoheneck, construido en el siglo XIII, fue hogar de reyes y luego prisión, hasta mayo de 2001.MATHIAS RIEFSCHEL (THE NEW YORK TIMES)

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