Elvira Lindo habla de humor, sexo y talante

La escritora imparte un curso de escritura cómica en El Escorial

Dice Elvira Lindo que las mujeres, cuando escriben un texto cómico, suelen tirar piedras a su propio tejado: que si este michelín que tengo, que si adónde fue la turgencia de los pechos, y que los hombres, por el contrario, aunque se rían de sí mismos, siempre procuran dejar claro que detrás de todo hay inteligencia. "¿O acaso, después de observar los múltiples defectos que nos ha revelado Woody Allen, alguien tiene duda de su inteligencia?". La escritora imparte un curso sobre escritura cómica en la sede veraniega de la Complutense y ha tenido que seleccionar a sus alumnos mediante el relato ...

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Dice Elvira Lindo que las mujeres, cuando escriben un texto cómico, suelen tirar piedras a su propio tejado: que si este michelín que tengo, que si adónde fue la turgencia de los pechos, y que los hombres, por el contrario, aunque se rían de sí mismos, siempre procuran dejar claro que detrás de todo hay inteligencia. "¿O acaso, después de observar los múltiples defectos que nos ha revelado Woody Allen, alguien tiene duda de su inteligencia?". La escritora imparte un curso sobre escritura cómica en la sede veraniega de la Complutense y ha tenido que seleccionar a sus alumnos mediante el relato humorístico que cada uno hizo de sí mismo en las pruebas de selección. Y después de ver lo "autodestructivas que son las mujeres en su humor", después de tanta descripción de tetas que no tienen gracia, de falta de éxito con los hombres, de soledades mil, se pregunta: "¿Pero cómo hemos llegado a esto? ¿Por qué no encuentro en los hombres ninguna descripción de otras cosas, eh? ¿Por qué no habla nadie de su tamaño? No, a ningún hombre se le ocurriría".

Pero no quiere ponerse "en modo" feminista, porque, en todo caso, lo recomendable, dice, es que cada uno se ría un poco de su sombra".

Talante Zapatero

Para que no haya dudas, pero sin pretenderlo, Lindo ha seleccionado un grupo de alumnos con "talante Zapatero": paridad. Y les explica que el humor es también, en alguna medida, talante. Que, en parte, hay que nacer con ello, pero que no basta sólo con eso. "Hay también mucho oficio. Es muy fácil ser serio, es mucho más difícil ser cómico".

Por eso, a veces le asaltan las contradicciones: por un lado desearía que en la calle se tuviera igual respeto por los escritores serios que por los cómicos, "aunque, por otro lado, a veces me toman demasiado en serio. Se creen que yo soy como escribo y esperan que esté siempre haciendo de payaso". En fin, que "lo serio trae menos problemas". Lo que sí hay que tener muy en cuenta, explica, son los límites del humor. "Hay veces que la gente se molesta y decimos: 'qué falta de sentido del humor', pero otras veces tenemos que darnos cuenta de que la gente se queja con razón. Yo creo que el límite está en la sensatez". He aquí lo más difícil del curso, porque, ¿cómo explicar en qué consiste esa sensatez? Lo más seguro es que también haya que nacer con ella. Y eso que Elvira Lindo, a lo largo de su vida profesional, se ha dejado tentar "por las cosas que salieron en el camino, como una Caperucita frívola y desvergonzada. Hay que irse felizmente con el lobo y sacar provecho de todo".

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