LA CRÓNICA

El PSPV busca su tiempo perdido

Si no surgen imprevistos de última hora, el PSPV clausurará hoy el congreso nacional más plácido y predeterminado que se recuerda. Nada de cuanto es fundamental está cuestionado -liderazgo o estrategia- y se comparte unánimemente el propósito de conjurar los demonios familiares, aprestando el partido para recuperar sus glorias pasadas. Se cierra así, o tal esperamos, una etapa, casi un decenio negro de agitación interna alentada por familias y facciones que dejaron esta formación hecha unos zorros. Lermistas, ciscaristas, franquistas (tranquilos, nos referimos a los parciales del alicantino Án...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Si no surgen imprevistos de última hora, el PSPV clausurará hoy el congreso nacional más plácido y predeterminado que se recuerda. Nada de cuanto es fundamental está cuestionado -liderazgo o estrategia- y se comparte unánimemente el propósito de conjurar los demonios familiares, aprestando el partido para recuperar sus glorias pasadas. Se cierra así, o tal esperamos, una etapa, casi un decenio negro de agitación interna alentada por familias y facciones que dejaron esta formación hecha unos zorros. Lermistas, ciscaristas, franquistas (tranquilos, nos referimos a los parciales del alicantino Ángel Franco) y etcétera tienen una oportunidad magnífica para pasar página y diluirse.

El mérito de la pacificación, o su mayor parte, hay que atribuírselo al secretario general Joan Ignasi Pla, sin duda. Puso todos los huevos en ese platillo y consiguió frenar la gresca, convertida poco menos que en costumbre. Ha sido una hazaña notable, pero pagada a un alto precio. El partido, a fuerza de templar gaitas y mirarse el ombligo, ha renunciado a la lucha política, que en su caso es el ejercicio de la oposición y el diseño de soluciones mejores. Así llegó a lo que hoy es: un colectivo en paz, pero sin identidad, descafeinado. ¿Habrían de sorprendernos sus tristes resultados electorales? Eso, y su acentuado perfil de federación socialista periférica y subalterna, tan poderosa otrora.

Este congreso puede y debe marcar un sesgo, acaso el de su despegue electoral, aunque haya que tener imaginación para percibir al PSPV como alternativa de gobierno. Algo más que un golpe terrorista y un Aznar en la Generalitat harían falta, de todas formas, para darle la vuelta la tortilla, en estos momentos al menos y a pesar de los enredos que sacuden al PP valenciano. Pero quedan dos años largos por delante y quizá sea plazo suficiente para recuperar el tiempo perdido, sustituyendo la pertinaz abstinencia opositora por una crítica y una ofensiva política nutrida de propuestas movilizadoras.

A lo peor estamos confundiendo los deseos con la realidad y lo esperable como aconsejable es que el PSPV se arme de paciencia y de pragmatismo, superando el soliloquio y liberándose de la ansiedad por el próximo desenlace electoral. Tiene por delante una ardua tarea, y no es faena menor dotarse de más músculo político e intelectual, pues en la misma medida que le sobran o sobraban capos y capillas, se ha producido estos años un vacío de cerebros -que se empiezan a repescar, dicen- y un aluvión de grisura. También esto es una percepción, sin duda, como lo es la imagen de gerente de cooperativa agraria que luce el líder, y que habrá de cambiar para competir en la arena mediática.

En contrapunto, a ningún observador le habrá pasado inadvertido el viaje de Mariano Rajoy a Valencia. Ha venido a solventar el contencioso que divide el partido entre zaplanistas y campistas. Ya está claro que son éstos los que se han llevado el gato al agua, aunque tengan que hacer alguna concesión por salvar las apariencias. En otras palabras: el presidente Francisco Camps ha salido reforzado para desplegar sus gentes y proyectos. A sus discrepantes no les queda otra salida que plegarse o hacer mutis por el foro. Se plegarán, pues hay todavía mucho cargo y prebenda a conservar y repartir en una plaza que la derecha considera propia y vitalicia, por vital e inexpropiable.

¿Y qué tiene que ver esto con el cónclave socialista de Castellón? Pues sí, tiene que ver. Cuando decimos que Camps queda aligerado de condicionamientos partidarios hay que entender que tal discrecionalidad se traducirá en cambios orgánicos a institucionales. Uno de ellos, y acaso el más relevante, ha de ser el destino y función de Rafael Blasco como afiliado de pleno derecho al PP, tránsito bendecido por las altas instancias. El oficio político y experiencia del consejero van a ser una pieza clave para apaciguar los conflictos internos y asegurar la consistencia del partido ante las próximas citas electorales. Para el socialismo emergente de este congreso significa un adversario que les exigirá renovadas dosis de tino político.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Al filo de estos acontecimientos, pues, con los principales partidos rearmados, el otoño se promete caliente.

EJEMPLARIDADES

Esquerra Unida ha expulsado de sus filas al nuevo alcalde de Puçol por haber suscrito éste una moción de censura junto a los populares, en virtud de la cual se ha convertido en primer edil. No es esa la política del partido, que en esta ocasión ha sido coherente, aunque ello le cueste una crisis interna en el citado municipio. Ejemplar. Muy otra cosa es la actitud del PP de Calp, que después de una turbia adjudicación municipal de obras, con subcontratas y sobrevaloraciones más que sospechosas, se ha negado a que una comisión investigue el enredo. La luz le hiere. Cara y cruz de la decencia.

Archivado En