Los electores dan la espalda a Tony Blair en dos elecciones parciales

La guerra de Irak causa la derrota laborista en Leicester

Los electores de Leicester y Birmingham propinaron el jueves una sonora patada a los laboristas de Tony Blair, que acabó dando en el trasero de los conservadores de Michael Howard, relegados al tercer puesto en dos elecciones parciales. Los liberal-demócratas capitalizaron una vez más el voto de protesta con un espectacular ascenso en el reparto de votos que les permitió alzarse con el escaño que estaba en juego en Leicester Sur.

Como en las municipales y europeas de junio pasado, los dos grandes partidos siguen siendo castigados por los electores. Esta vez, el laborismo rozó una pequeñ...

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Los electores de Leicester y Birmingham propinaron el jueves una sonora patada a los laboristas de Tony Blair, que acabó dando en el trasero de los conservadores de Michael Howard, relegados al tercer puesto en dos elecciones parciales. Los liberal-demócratas capitalizaron una vez más el voto de protesta con un espectacular ascenso en el reparto de votos que les permitió alzarse con el escaño que estaba en juego en Leicester Sur.

Como en las municipales y europeas de junio pasado, los dos grandes partidos siguen siendo castigados por los electores. Esta vez, el laborismo rozó una pequeña catástrofe. En Leicester Sur cayó del 54,5% obtenido en 2001 al 29,3%, perdiendo el escaño a favor del liberal-demócrata de origen indio Parmjit Singh Gill por una diferencia de 1.654 votos. La guerra de Irak fue la gran causa de esa derrota en una circunscripción con gran presencia musulmana entre el electorado. Respect, la coalición antiguerra que lidera George Galloway, el diputado expulsado del Partido Laborista por sus ataques a Tony Blair, consiguió 3.724 votos (un 12,7% del total), el doble de los que necesitaba el laborismo para ganar.

La debacle laborista quedó mitigada por el mal comportamiento de los conservadores y por la ajustada victoria final en Birmingham Hodge Hill, un barrio de clase obrera que en 2001 votó masivamente laborista (64%) y que esta vez se ha dividido entre laborista (36,5%) y liberal-demócrata (34,2%). Liam Byrne retuvo el escaño para el laborismo por sólo 460 votos.

En dos años, el Partido Laborista ha perdido dos de los tres escaños disputados en elecciones parciales, con porcentajes de voto humillantes, ha sido ampliamente batido en dos elecciones municipales y ha perdido también las elecciones europeas. A pesar de estas calamidades, sigue siendo el favorito para las elecciones generales, previstas para la primavera de 2005, aunque podrían retrasarse hasta 2006. Y sigue siendo favorito porque el partido conservador no consigue capitalizar el voto de protesta.

En esta ocasión, como en las últimas municipales -aunque no en las europeas-, el voto del descontento ha ido a nutrir las filas de los liberal-demócratas. Sus expectativas electorales se van consolidando comicios tras comicios y aspiran a subir de 50 a 80 diputados en las próximas legislativas. Sin embargo, la tradición dice que los liberal-demócratas capitalizan muy bien el descontento en elecciones parciales o locales, pero no acaban de traducir esas energías en votos cuando llegan las generales.

Guerra de Irak

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Su éxito de ayer se vio favorecido por el particular momento político que vive el país. Ambas circunscripciones son tradicionales bastiones laboristas, pero la alta presencia de inmigrantes ha convertido la guerra de Irak en uno de los principales focos de descontento, facilitando así que el voto de protesta se canalizara hacia los liberal-demócratas. Es posible incluso que el voto útil haya provocado que bastante voto conservador haya acabado en manos liberales para asegurar la derrota del Gobierno. "Estamos viendo cómo el electorado busca por ahí la mejor manera de darle una patada al Gobierno", se lamentaba ayer un miembro de la dirección tory.

Recuento de votos de las elecciones locales en un colegio de Birmingham.AP

Los conservadores no despegan

Michael Howard, elegido líder conservador en otoño pasado, no ha conseguido traducir en votos el cambio de aires en el Partido Conservador. Parlamentario brillante, sus pírricos momentos de gloria en algunos debates con Tony Blair en los Comunes y su compromiso renovador le dieron al partido la moral de victoria que nunca llegó a tener bajo el efímero liderazgo de Ian Duncan Smith. Pero esa moral empieza a resquebrajarse a la luz de sus pobres resultados electorales.

Aunque ganó las elecciones locales de junio con una ventaja sustancial sobre el laborismo, la diferencia fue la misma que la obtenida por William Hague un año antes de que Blair le borrara del mapa político en las generales de 2001. Y el porcentaje de votos obtenido se quedó a bastante distancia del 40%-42% que necesitan los conservadores para tener la mayoría en los Comunes.

En las elecciones parciales del jueves los tories obtuvieron un resultado pésimo. Quedaron terceros en los dos comicios y en ambos retrocedieron respecto a sus resultados en ambos distritos en las legislativas. En Leicester recogieron el 19,7% de los sufragios y en Birmingham apenas alcanzaron el 17,3%. Aunque ambos son bastiones laboristas y no tenían posibilidades de ganar, el problema para Howard es que, a 10 meses vista de las elecciones, no consigue capitalizar la fuerte antipatía que despierta entre los electores el Gobierno de Blair.

Los expertos se explican ese estancamiento por dos razones. Por un lado, los tories apoyaron la guerra de Irak y la alianza con EE UU, por lo que sus críticas a Blair en este apartado no tienen credibilidad y son incapaces de recolectar votos entre el electorado antiguerra. Por otro lado, y esto afecta directamente a Howard como líder del partido, los tories no han logrado presentar una alternativa creíble a la política del Gobierno en varias materias.

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