Reportaje:TEATRO

Universos efímeros

Dice Pep Bou que algún programador menosprecia implícitamente su labor preguntándole: "¿Pero todavía sigues haciendo espectáculos con pompas de jabón?". Pues sí. También el Gran Houdini perfeccionó sus números de escapismo mientras pudo. Y Beckett perseveró durante décadas en su búsqueda descarnada de la pieza dramática esencial. Desde hace 22 años, Bou predica un teatro ingrávido, teatro imposible en el que un día saldrá a escena para anunciar la buena nueva definitiva: el advenimiento de una pompa de jabón gigante que envuelva a actores y público antes de estallar de súbito, salpicando a tod...

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Dice Pep Bou que algún programador menosprecia implícitamente su labor preguntándole: "¿Pero todavía sigues haciendo espectáculos con pompas de jabón?". Pues sí. También el Gran Houdini perfeccionó sus números de escapismo mientras pudo. Y Beckett perseveró durante décadas en su búsqueda descarnada de la pieza dramática esencial. Desde hace 22 años, Bou predica un teatro ingrávido, teatro imposible en el que un día saldrá a escena para anunciar la buena nueva definitiva: el advenimiento de una pompa de jabón gigante que envuelva a actores y público antes de estallar de súbito, salpicando a todos por igual. Mientras llega ese momento onírico, el actor catalán continúa preparando espectáculos de gestación lenta y aliento largo. Uno cada siete años, más o menos. Ambrossia, el que presenta el 23 de julio en el VIII Festival Internacional de Teatre Còmic Ple de Riure, en El Masnou (Barcelona), lleva ya más de un lustro rodando por medio mundo: se ha visto en Nueva Zelanda, Japón, Hong Kong, México y en toda Europa, de Francia a Lituania y de Grecia a Islandia. Sin embargo, en las principales capitales españolas no ha encontrado acomodo, salvo en Madrid y de aquella manera: dos funciones en Palomeras Bajas, un barrio periférico, en una salita que no suele aparecer en las carteleras. Porque lo vi, durante el pasado Festival de Otoño, sé que Ambrossia merece hacer temporada en cualquier teatro céntrico de Madrid o de Barcelona.

Pep Bou (Granollers, 1951) empezó a trabajar con pompas de jabón por casualidad. Las soplaba por detrás de un personaje que estaba en escena en actitud reflexiva -así parecían la materialización de sus pensamientos-, y observó que al seguir trayectorias excéntricas y estallar de repente tenían al público en vilo. En Bufaplanetes, su primer espectáculo, creó una rebotica mágica habitada por un excéntrico hacedor de sistemas solares. En Sabó sabó profundizó en su alquímia, y en Ambrossia la ha desarrollado, con la colaboración de Luis Bevià, a lo largo de una docena de números de variedades cómicos y ágiles. En el que abre la serie, el personaje interpretado por Bou descubre cómo hacer pompas, y ya no puede parar: es Prometeo, robando la tecnología que un día pasará factura al hombre; Adán, dudando si llevarse a la boca el fruto del árbol prohibido, o el Doctor Jeckyll, a punto de probar el brebaje que lo convertirá en Hyde. El otro personaje (Bevià) le mira espantado, intuyendo el desastre. Bou lo rodea con un círculo mágico de pompas, y Bevià, impertérrito, cierra su paraguas con un golpe de aire que las levanta en remolino, como a hojas secas.

Al final del oscuro que precede al número siguiente aparecen dos personajes vestidos con levita, sombrero años veinte y chalina, soltando largos chorros de humo por los hombros, agitados al unísono por un viento huracanado: parecen fruto de una cópula de pesadilla entre la pluma de Lewis Carroll y el pincel de Magritte. En otra escena, Bevià y Bou son tataranietos de los fumadores y bebedores de David Teniers, y en todas se mueven con el ritmo sincopado de los personajes del cine mudo. Estos actores brujos crean pompas minúsculas y gigantes, encierran unas dentro de otras, las llenan de humo y de vapor de agua, las tiñen de rojo y azul, dejan que se eleven o que caigan a plomo, las iluminan como bolas de cristal...

O fabrican una película plana en un bastidor que, iluminado por detrás, les devuelve su imagen como un espejo. Su arte es extremadamente delicado. Bou intenta hacer una pompa gigante, que se resiste a crecer y estalla. Una, dos, tres veces. A la cuarta, temeroso de un nuevo fracaso, se gira 180° grados, en un comportamiento cuasi supersticioso. Cuando, conseguido su objetivo, la pompa no puede crecer más y estalla, el espectador no se siente decepcionado. Al contrario: la lluvia de jabón pulverizado que se produce es el momento del máximo encantamiento, la prueba incontestable de lo efímera que es la belleza. El título, Ambrossia, alimento de los dioses, lo sugirió Joan Brossa, que estaba comenzando a colaborar con Bou, no mucho antes de morir. Dijo que las pompas de jabón son la llave de la puerta que separa a los hombres de los dioses. Y la franqueó.

Ambrossia. Festival Ple de Riure. El Masnou (Barcelona). 23 de julio. A las 22.30.

Una escena de 'Ambrossia', de Pep Bou.

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