Columna

Política

Ya puede ir preparando su estrategia postelectoral el presidente George W. Bush, si se produce la, para él y sus socios, infausta circunstancia de que pierda el cargo en los próximos comicios.

Tiene que afirmar desde el principio, incluso desde el recuento de votos -pase lo que pase, que puede pasar de todo, en el Estado de Florida-, que la publicación de las fotos y vídeos y otras informaciones acerca de las torturas sistemáticas, perpetradas durante su mandato contra prisioneros iraquíes ha sido utilizada por sus contrincantes "políticamente". En cuyo caso, las elecciones no habrán si...

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Ya puede ir preparando su estrategia postelectoral el presidente George W. Bush, si se produce la, para él y sus socios, infausta circunstancia de que pierda el cargo en los próximos comicios.

Tiene que afirmar desde el principio, incluso desde el recuento de votos -pase lo que pase, que puede pasar de todo, en el Estado de Florida-, que la publicación de las fotos y vídeos y otras informaciones acerca de las torturas sistemáticas, perpetradas durante su mandato contra prisioneros iraquíes ha sido utilizada por sus contrincantes "políticamente". En cuyo caso, las elecciones no habrán sido limpias, ya que el pueblo, manipulado, habrá votado más con el corazón y el estómago revueltos y la conciencia sangrante. Y no con ese alegre ánimo aletargado con que debería dirigirse a las urnas, ignorante de los actos cometidos por sus gobernantes.

De hecho, ya el secretario de Defensa Rumsfeld marcó la senda a seguir, al indicar ante la comisión del Senado que no le dolían prendas en responsabilizarse del asunto -aunque al hacer tal declaración la bilis nublaba sus ojos-, pero que en ningún caso dimitiría ante lo que consideraba una politización de la temática. En cuyo momento los ojos le brillaron, pero de pura soberbia.

¿Se han fijado ustedes en lo mucho que se usan como insulto las palabras "politizar" y "politización"? Aquel de quien se afirma que actúa con fines políticos queda inmediatamente descalificado, mientras que al acusador o inquisidor que profiere la queja le crece en pleno ceño un repentino y virginal lirio mariano (de mes de María).

Censurar a quien gobierna por sus errores -en este caso, por sus aberraciones-, tratar de llegar al meollo del asunto, ponerle ante sus ciudadanos para que confiese la verdad, para que se esclarezcan los hechos... ¿no forma justamente parte de la política? Si de ello se beneficia quien no ha estado involucrado en los hechos, ¿hemos de deducir que la investigación se ha realizado exclusivamente por torticeras razones partidistas?

¿Por qué les parece tan mal la política, la práctica de la política, a quienes tanto aprecian reuniones secretas, impenetrables gabinetes e indescifrables cuadernos?

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