Columna

Teorías

No hay nada que les guste más a los intelectuales que sacarse de la manga una nueva teoría; aunque, a veces, lo que los ignorantes llamamos "manga" pueda ser el producto de investigaciones científicas. El caso es que en Cádiz romántico, el libro recién presentado de Alberto González Troyano, entre una historia del movimiento ilustrado y romántico en Cádiz, el autor trata dos temas bastante polémicos: el origen del flamenco y del toreo a pie.

Según González Troyano, el cosmopolitismo gaditano provocó que las clases excluidas de la ilustración cultivaran sus costumbres populares, d...

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No hay nada que les guste más a los intelectuales que sacarse de la manga una nueva teoría; aunque, a veces, lo que los ignorantes llamamos "manga" pueda ser el producto de investigaciones científicas. El caso es que en Cádiz romántico, el libro recién presentado de Alberto González Troyano, entre una historia del movimiento ilustrado y romántico en Cádiz, el autor trata dos temas bastante polémicos: el origen del flamenco y del toreo a pie.

Según González Troyano, el cosmopolitismo gaditano provocó que las clases excluidas de la ilustración cultivaran sus costumbres populares, de donde salieron los majos, la moda de la manzanilla de Sanlúcar de Barrameda, y dio lugar a la "invención" -el entrecomillado es suyo- del toreo a pie y del flamenco.

Su teoría es que, aunque se estudien los orígenes tribales, étnicos y geográficos del fenómeno, no sólo se necesitan creadores, sino también una cultura poderosa que lo asuma y aplauda, que lo convierta en propio y compartido, como ocurrió en Cádiz en el último tercio del siglo XVIII. Desde esa idea, opina el autor que el "tío Gregorio" de las Cartas marruecas de Cadalso, el "Pericuelo" de una Sátira de Jovellanos y muchos majos de González del Castillo fueron los inventores del flamenco en un proceso social más amplio que ayuda a comprender sus orígenes.

En cuanto al toreo a pie, sostiene González Troyano que existe mucha documentación sobre sus orígenes en Cádiz. En un lugar donde no había cultura agraria ni ganaderías se publicó La tauromaquia o el arte de torear de Pepe-Illo, dio al toreo la mayoría de lidiadores y picadores y celebró más corridas que ningún otro lugar; allí no llegaron las prohibiciones que se impusieron en todo el reino. En un informe de Pablo de Olavide se puede leer que, en 1768, tuvieron lugar en Cádiz 12 corridas, 10 en El Puerto de Santa María y cuatro en Sevilla.

A pesar de todo, y aunque Sevilla no fuera tan ilustrada ni tan cosmopolita, también existe mucha documentación sobre los orígenes del toreo a pie en el matadero de Sevilla y me parece que tiene más sentido. Es la teoría más extendida hasta ahora que González Troyano nos ha dado a conocer la suya.

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