Análisis:

El declinar de las mezclas preparadas

De los 204.000 millones de euros de patrimonio conjunto que acumulaban a finales del pasado mes de febrero los casi 2.500 fondos de inversión domiciliados en España, apenas un 20% corresponde a los que tienen su cartera, total o parcialmente, invertida en renta variable. Entre ellos están los fondos mixtos de renta variable que suelen ser suscritos por quienes quieren tener invertida en Bolsa más o menos la mitad de su cartera.

Es, como en el resto de los fondos mixtos, una manera de tenerla diversificada entre los principales tipos de activos financieros: renta fija, renta variable y l...

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De los 204.000 millones de euros de patrimonio conjunto que acumulaban a finales del pasado mes de febrero los casi 2.500 fondos de inversión domiciliados en España, apenas un 20% corresponde a los que tienen su cartera, total o parcialmente, invertida en renta variable. Entre ellos están los fondos mixtos de renta variable que suelen ser suscritos por quienes quieren tener invertida en Bolsa más o menos la mitad de su cartera.

Es, como en el resto de los fondos mixtos, una manera de tenerla diversificada entre los principales tipos de activos financieros: renta fija, renta variable y liquidez. Sin embargo, este tipo de fondos está muy venido a menos desde hace cuatro años: piénsese que a finales de 1999 su patrimonio conjunto ascendía a 13.500 millones de euros, mientras que ahora no pasa 7.000. De esos 6.500 millones de euros de diferencia, 2.500 se explican por las pérdidas acumuladas desde marzo de 2000 y los restantes 4.000 por los reembolsos netos realizados por unos partícipes que, seguramente, no eran conscientes en el momento de realizar la inversión del grado de riesgo en el que estaban incurriendo.

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La pérdida del atractivo de los fondos mixtos ha venido condicionada, además de por el comportamiento de las bolsas, por otros dos factores más: la aparición de los fondos que buscan rentabilidades absolutas, con independencia de lo que hagan los mercados (los llamados alternativos o mixtos flexibles) y por el cambio en el tratamiento fiscal de los fondos que entró en vigor a comienzos de 2003. Esta última circunstancia reduce el valor del concepto de fondo mixto: ahora el propio partícipe (siempre que adopte una actitud activa, por sí solo, o merced al asesoramiento de un tercero) puede hacerse responsable de los cambios en la composición de su cartera, aumentando o reduciendo la concentración en renta fija o variable por la vía de hacer traspasos entre sus fondos, sin tener que materializar para ello, como en el pasado, las plusvalías o minusvalías acumuladas, evitando así el impacto fiscal.

Los fondos mixtos de renta variable acumulan en cuatro años unas pérdidas medias del 18%, un 10% menos que los de renta variable pura. Si la comparación se hace para los últimos 12 meses, la rentabilidad media de éstos duplica la de los de renta variable mixta, algo que encaja bien con la impresión general de que asumen la mitad de riesgo.

Durante los meses venideros la combinación de renta fija y renta variable propia de esta clase de fondos puede dar buenos resultados. Y más en los que estén aprovechando las caídas de precios que se están produciendo en Bolsa para incrementar el porcentaje de renta variable en la cartera: aunque los datos ambiguos de la economía norteamericana, los atentados de Madrid y la subida del petróleo han retraído fuertemente el interés comprador, las bolsas parecen estar todavía en una fase alcista que, probablemente, durará entre seis y doce meses. Para finales de año no sería raro que la economía norteamericana empezara a perder impulso. Si esto fuera así, lo más seguro es que los tipos de interés seguirían sin subir.

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