Columna

Amor

Escribo de amor porque es un tema muy necesario en estos tiempos presurosos en los que es difícil concentrarse en los temas del espíritu. El amor poético y no del que nos hablan los científicos, en el que también creemos pero del que no hace falta hablar pues forma parte de nuestra naturaleza y no nos faltará por ahora. Escribo del amor que tan presente está en el imaginario andaluz, en los tópicos de los bandoleros y las gitanas sobre los que escribieron los viajeros románticos, las cigarreras y barberos sevillanos que poblaron las óperas italianas, el amor presente en las obras de tantos poe...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Escribo de amor porque es un tema muy necesario en estos tiempos presurosos en los que es difícil concentrarse en los temas del espíritu. El amor poético y no del que nos hablan los científicos, en el que también creemos pero del que no hace falta hablar pues forma parte de nuestra naturaleza y no nos faltará por ahora. Escribo del amor que tan presente está en el imaginario andaluz, en los tópicos de los bandoleros y las gitanas sobre los que escribieron los viajeros románticos, las cigarreras y barberos sevillanos que poblaron las óperas italianas, el amor presente en las obras de tantos poetas de nuestra tierra. Del Amor en general.

Se me ha venido a la cabeza porque ese amor está muy presente en la poesía de José Antonio Muñoz Rojas, a quién le han otorgado la Medalla de Oro de la Universidad Menéndez Pelayo. Un premio más entre tantos que le concedieron cuando ya había escrito todo e incluso dejado de escribir.

Sus Cantos a Rosa es una reflexión filosófica sobre el sentimiento del amor desde muchos puntos de vista: desde la búsqueda -"...¡Salta! / Amor, ¿pero te has muerto?"-, desde la duda -"...No os extrañe;/ en este reino tan dilatado,/ nadie, ni siquiera tú,/ sabe escribir la palabra amor...."-, desde la angustia -"¿No tienes, Rosa, el equipaje listo? / Esto se va ya mismo. Nada espera..."-, desde la felicidad -"¡Es tan bello cantarte! Yo estaría/ cantándote y cantándote..."-, desde la incredulidad -"...¿puede una Rosa como ya pasarse/ la vida junto a ti? Rosa no fuera/ si me quedara siempre..."-, desde el dolor -"...¡Ay, Rosa, no te vayas! Y ella dice/ adiós, con un perfume que se queda/ errando largamente por la noche."-.

Entre tanta reflexión y tanto canto se diría que Muñoz Rojas podía haber quedado solo, porque la inteligencia y el arte parece que debe tener un precio; quizá quisiéramos que tuviera un precio que compensara el vuelo con la tierra, el desequilibrio con la medianía anónima. Pero afortunadamente no es así: ellos nos dan lo que tienen para que lo disfrutemos, y José Antonio ha sido muy feliz en la vida y en el amor con Marilu.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En