Crítica:

Blues para un planeta marciano

"No debo buscar mi dignidad en el espacio, sino en el gobierno de mi pensamiento. Si fuera por el espacio, el universo me rodearía y se me tragaría como un átomo; pero por el pensamiento yo abrazo el mundo". La cita de Blaise Pascal invita a mirar la obra de Jana Sterbak (Praga, 1955) desde otros mundos alejados de nuestra hoy triste condición humana. No es el mejor lugar, la galería, para trasladarnos al descubrimiento de los supuestos ocultos de nuestro sistema solar -de hecho, el trabajo de Sterbak pierde parte de su poder de seducción en espacios tan marcados- pero la forma en que la autor...

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"No debo buscar mi dignidad en el espacio, sino en el gobierno de mi pensamiento. Si fuera por el espacio, el universo me rodearía y se me tragaría como un átomo; pero por el pensamiento yo abrazo el mundo". La cita de Blaise Pascal invita a mirar la obra de Jana Sterbak (Praga, 1955) desde otros mundos alejados de nuestra hoy triste condición humana. No es el mejor lugar, la galería, para trasladarnos al descubrimiento de los supuestos ocultos de nuestro sistema solar -de hecho, el trabajo de Sterbak pierde parte de su poder de seducción en espacios tan marcados- pero la forma en que la autora checa concibe su pequeño cosmos consigue que la obra material se convierta en un sueño diurno, en una maravillosa fantasía.

JANA STERBAK

'Planetarium'

Galería Toni Tàpies

Consell de Cent, 282. Barcelona

Hasta el 30 de abril

La luna, en primer término, parece mostrarnos decididamente su cara oculta, sus cuencas resonantes, su Mar de Lluvias, cráteres, volcanes, montañas, ¿vida? Los planetas jovianos, Plutón, Mercurio, con sus mensajes imposibles, el carmesí marciano y sus canales prominentes, la rojiza y misteriosa Venus, la marcial Tierra. Todo en un juego de billar interplanetario, el cielo es la mitad de una gran cáscara de huevo. ¿Dónde está el espinazo de la noche? ¿Por qué no cae del cielo gente forastera que nos distraiga de tanto horror? Sterbak ha leído la teoría de las esferas de Sloterdijk y le ha dedicado su último trabajo, Planetarium, articulada en una serie de piezas de cristal realizadas con la técnica tradicional del soplado de vidrio durante su estancia en el Centro Internacional de Investigación del Vidrio y las Artes Plásticas, en Marsella. Mientras observaba el proceso artesanal de fabricación del cristal, advirtió que en la caña de soplar siempre quedaba un residuo de magma incandescente de forma esférica que, al enfriarse, tomaba una forma similar a la de los planetas. Haciendo rotar el magma del fuego para que se vaya sedimentando en capas sucesivas hasta conseguir la forma final, el proceso de fabricación de aquellas grandes burbujas tenía cierto paralelismo con la formación natural del planeta. La forma básica del cosmos tiene, en la trayectoria de la artista, un antecedente en la pieza Condensed (1979), una inofensiva pelota de playa que escondía en realidad una pesada bola de plomo. Otra obra, Atlas, se relaciona con trabajos anteriores, como la mochila de piedra Sysiphus sport (1999); y en Hard entry descubrimos un rotorelief de cristal que crea una ilusión óptica a partir de su simple condición de caja-matroska. Tras la visita a esta exposición, cómo no recordar aquellas palabras en tono de blues de Van Gogh, "tengo una terrible necesidad... ¿diré la palabra?... de religión. Entonces salgo por la noche y pinto las estrellas".

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