Reportaje:MATANZA EN MADRID | La regularización

Los nuevos españoles del 11-M

775 extranjeros han solicitado la regularización extraordinaria para los afectados

El fantasma del 11-M está presente en el Servicio de Documentación para Extranjeros, en el número 90 de la madrileña calle del General Pardiñas. El primer piso del edificio no parece una oficina de trámites de extranjería, sino la sala de espera de un hospital. "Quiero la nacionalidad española aunque tenga que renunciar a la nigeriana", cuenta Calvin Osifo, sin el menor entusiasmo, a pesar de que antes del 11-M hubiera estado dichoso de poder decirlo. Con cuellos ortopédicos, yeso en los brazos, cicatrices en el cuerpo, miradas perdidas, y en algunos casos hasta sordera, decenas de extranjeros...

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El fantasma del 11-M está presente en el Servicio de Documentación para Extranjeros, en el número 90 de la madrileña calle del General Pardiñas. El primer piso del edificio no parece una oficina de trámites de extranjería, sino la sala de espera de un hospital. "Quiero la nacionalidad española aunque tenga que renunciar a la nigeriana", cuenta Calvin Osifo, sin el menor entusiasmo, a pesar de que antes del 11-M hubiera estado dichoso de poder decirlo. Con cuellos ortopédicos, yeso en los brazos, cicatrices en el cuerpo, miradas perdidas, y en algunos casos hasta sordera, decenas de extranjeros víctimas del atentado llevan las secuelas del terrorismo que sacudió Madrid. Y también los familiares cargan con las consecuencias, pues sus rostros reflejan un dolor difícil de olvidar.

Pues no quiero recordar nada; sólo sé que al menos podré trabajar sin problemas
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Los inmigrantes embargados por la desgracia, han encontrado una oportunidad inesperada para regularizar su situación en España. El proceso de regularización extraordinario anunciado por el presidente del Gobierno, José María Aznar, pocas horas después de la masacre terrorista, ha tramitado la solicitud de 775 extranjeros. De ellos, 438 han solicitado la nacionalidad española, y 337 han tramitado el permiso de residencia, según informa la Dirección General de la Policía. El organismo también informó de que los ecuatorianos han sido los que más se han beneficiado (163), seguidos de los inmigrantes rumanos (117). En total, cerca de 50 extranjeros habrían fallecido; sobre los heridos, no se disponen cifras, porque muchos no fueron de gravedad y no necesitaron asistencia hospitalaria.

Al igual que las bombas que explotaron en los trenes madrileños, esta regularización es una situación que jamás se esperaban. Como en el caso de Andrei, un inmigrante rumano que aún vive entre el terrible recuerdo del 11-M, y la sorpresa repentina de convertirse en ciudadano español. "Llegué a España hace ocho meses y nunca pensé que tendría los papeles tan rápido", asegura, al tiempo que muestra tímidamente dos heridas en el cuello que han empezado a cicatrizar. Es buen mozo de 22 años, con un futuro por delante. "Con la nacionalidad espero también poder estudiar, no sé cuál profesión, pero quiero estudiar en la universidad". Esperó seis días para tramitar la nacionalidad, pues sufría de la sordera provocada por los estallidos. "¿Qué recuerdo de ese día? Pues no quiero recordar nada. Sólo sé que al menos podré trabajar sin problemas".

También el cuñado de Andrei se encuentra con él. Ambos tomaron el tren de cercanías en Vicálvaro que explotó en la estación de Atocha. Andrei espera ser atendido en el pasillo, junto a sus dos sobrinos. Para ellos la regularización extraordinaria establece diferencias. Sólo podrán obtener un documento que se define como "autorización de residencia en circunstancias excepcionales". La nacionalidad española únicamente será concedida a los heridos del atentado, así como los cónyuges e hijos de los fallecidos. Pero las bombas y sus consecuencias tienen fuertes contradicciones. Porque aunque esta familia podrá regularizarse, que es el sueño de todo inmigrante indocumentado, no consiguen aún soltar una sonrisa. "Puede volver a pasar, cualquier día y en cualquier lugar", asegura Andrei, con una expresión de desconcierto.

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En las oficinas del Servicio de Documentación para Extranjeros, se vive al mismo tiempo un sueño y una pesadilla. Cuando los sin papales obtengan su pasaporte español, tendrán que enfrentarse a un pasado lleno de dolor y terror; y al mismo tiempo, un futuro de esperanza e ilusión. "Mis padres han regresado a Polonia porque tenían miedo. Pero hay que seguir", asegura Sebastián, que a sus 24 años no está dispuesto a truncar sus ilusiones. Llegó hace dos años y trabaja en la construcción. No quiere la nacionalidad, aunque podría optar a ella. "Sólo quiero un permiso de trabajo y residencia".

Aquí también hay familias enteras. Rumen es ciudadano búlgaro y llegó hace un año. Ha venido a tramitar la nacionalidad con sus cinco hijos, pero ninguno de ellos parece comprender el golpe de suerte que han tenido, por culpa de una bomba que pudo matar a su padre. Si no fuera por esa pesadilla vivida, Rumen estuviera demasiado satisfecho con la nacionalidad española a cuestas.

Cuando las heridas físicas y morales del infierno vivido el 11-M aún están abiertas, parece difícil creer que hay personas que se aprovechan de la desgracia. "Hemos detectado partes médicos falsos, fechados el 15 y el 16. ¿Por qué esperar hasta seis días para recibir atención médica?", explica Fernando Baquero, jefe de la Oficina de Atención para las Víctimas del Terrorismo.

Sin embargo, hay muchas personas que sufrieron de sordera hasta por tres días, debido a la fuerza de las explosiones. Tal vez no sufrieron quemaduras o fracturas, pero tuvieron sus oídos inutilizados. Como el mismo Andrei, que no fue atendido por ningún médico el 11-M, por creer que recuperaría la capacidad auditiva pocas horas después. Pero en vista de que sus oídos no mejoraban, decidió el lunes visitar un hospital.

Y es que el trabajo de este equipo ha sido tan inesperado, que no se ha establecido mecanismos para confirmar la veracidad de los testimonios. "Tenemos que confiar en la buena fe de las personas. Las actas expedidas en los hospitales sólo detallan la condición médica de los pacientes, pero no las causas. Se han presentado pícaros con el billete del tren, afirmando que fue utilizado ese día", afirmó Baquero.

Clara Barrera López, una inmigrante ecuatoriana, con sus dos hijos y dos nietos ayer en la Comisaría General de Extranjería, en Madrid.LUIS MAGÁN

Papeles para las víctimas y familiares

Cientos de inmigrantes serán nacionalizados españoles de forma inesperada. Muchos de ellos se encontraban "sin papeles" antes del 11-M, pero después de haber vivido el cruel atentado junto a miles de españoles, podrán obtener la nacionalidad. El proceso en circunstancias normales tarda cerca de un año, según Fernando Baquero, jefe de la Oficina de Atención para las Víctimas del Terrorismo. Pero en esta ocasión "la tramitación será más breve", pero no precisó cuándo sería entregada la documentación.

En el primer piso del edificio hay dos filas silenciosas, a pesar de recibir un privilegio que ningún extranjero goza. En la primera, se encuentran los que serán beneficiados con el pasaporte español, es decir, los cónyugues e hijos de todos los fallecidos extranjeros, así como los que sufrieron heridas el día del atentado. La segunda, es para los familiares de los heridos, a quienes serán concedidas únicamente "autorizaciones de residencia en circunstancias excepcionales, que les permitirá trabajar", aseguró Baquero.

Por el momento serán recibidas todas las solicitudes en un período de 45 días, contados a partir del día viernes 13 de marzo cuando comenzó la recepción. "Hemos dispuesto un equipo de 25 personas, dedicado especialmente para atender a los afectados en un horario continuo desde las 9 de la mañana hasta las 7 de la noche", añade Baquero.

Los extranjeros que deseen acogerse al proceso extraordinario de reguralización, deberán acudir a las oficinas del Servicio de Documentación para Extranjeros con la siguiente documentación: acta médica que certifique la atención recibida en los hospitales en los días posteriores a los atentados; documento de identificación del inmigrante, como pasaporte o carta de identidad de su país de origen; y tres fotos tamaño carnet.

Para los familiares, es necesario llevar una certificación literal del parentesco y si se trata de un país que hable una lengua distinta al castellano, se debe adjuntar una traducción oficial. Ambos documentos deben ser legalizados en los respectivos consulados. Mientras dure el período de recepción, tanto los familiares y víctimas, contarán con un resguardo donde consta la solicitud presentada y será válido hasta que el extranjero reciba una respuesta. Este recurso será de utilidad para aquellos inmigrantes indocumentados, que se encuentren en situación irregular en España.

Normalmente el proceso tarda alrededor de un año y exige haber vivido en España con residencia legal por lo menos cinco años para los sudamericanos, ecuatoguineanos, filipinos, y portugueses -con excepción de los cubanos, dominicanos y peruanos, que sólo requiere dos-. Para el resto de extranjeros la exigencia asciende a diez años.

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