Reportaje:

Ventilación emocional

Las familias de las víctimas deben airear sus sentimientos, dicen dos psicólogas de Elche que asistieron a afectados del 11-M

Dos psicólogas de Elche que atendieron a las familias de víctimas del 11-M en la morgue improvisada del recinto ferial Juan Carlos I de Madrid quedaron tan impresionadas que van a ponerse en manos de sus colegas para superar su experiencia. "Una vez allí te encuentras de todo: gente muy bloqueada, algunos estaban absolutamente derrumbados, también había personas muy calladas y otros que negaban los hechos. En algunos casos se produjeron desmayos al conocer el fallecimiento de su familiar".

Las dos profesoras de Psicología de la Universidad Miguel Hernández que acudieron a Madrid se most...

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Dos psicólogas de Elche que atendieron a las familias de víctimas del 11-M en la morgue improvisada del recinto ferial Juan Carlos I de Madrid quedaron tan impresionadas que van a ponerse en manos de sus colegas para superar su experiencia. "Una vez allí te encuentras de todo: gente muy bloqueada, algunos estaban absolutamente derrumbados, también había personas muy calladas y otros que negaban los hechos. En algunos casos se produjeron desmayos al conocer el fallecimiento de su familiar".

Las dos profesoras de Psicología de la Universidad Miguel Hernández que acudieron a Madrid se mostraron ayer "muy impactadas por el duelo colectivo que se vivió" en la capital desde que llegaron, según apuntó María José Quiles. Esta profesora partió la tarde del luctuoso 11 de marzo madrileño con su compañera Maite Martín a Madrid, como miembros de la Sociedad Española de Medicina de Catástrofes (Semeca) con la intención de "no molestar en la organización y ayudar lo más posible".

Las dos psicólogas se encargaron de atender a dos familias durante la noche del jueves al viernes en el fatídico pabellón número 6 de Ifema, donde se congregó aquellos que buscaban sin éxito a los suyos durante las largas horas posteriores a las explosiones en los trenes de la muerte. Se trataba de dos familias que habían perdido a dos varones de mediana edad y que esperaban noticias en el parque ferial madrileño.

"Nuestra labor principal fue la de actuar como gestor del apoyo social", comentó Martín. La actitud de las doctoras fue tratar de analizar cómo se estructuraba la familia durante ese periodo de dolor, establecer quiénes eran los miembros que se encontraban más enteros y determinar aquellos que estaban más afectados. "Lo único que haces es dar conversación, interesarte por los hijos pequeños y atender sus necesidades básicas de comunicación", explica Martín. Las psicólogas atendieron a una familia a la que le comunicaron el fallecimiento de la persona que estaba buscando. Intentaron provocar en esa familia lo que denominan "ventilación emocional", es decir, procurar que todos los afectados por la tragedia expresaran sus emociones y sacaran a relucir sus lágrimas y sentimientos para prevenir traumas posteriores.

"Para ellos no se trata de una tragedia colectiva, sino de una muerte normal, como cuando se produce un accidente de carretera o algo parecido; ellos echan de menos a su familiar, sin preguntarse quién o quiénes fueron los autores de la muerte". No obstante, añade Martín, reconocen la importancia mediática del hecho y las muestras de solidaridad de los madrileños durante aquellas horas. "Así como con las manifestaciones del viernes, porque se sienten acompañados y saben que se le da valor a la pérdida de su persona querida".

Las especialistas criticaron el uso de algunas imágenes en medios de comunicación

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y aseguraron que el síndrome de duelo, en situaciones traumáticas, no suele durar más de un año o año y medio.

Las dos psicólogas también mostraron su preocupación por los efectos emocionales sobre los profesionales y voluntarios que atendieron a las víctimas y sus familiares en el lugar de los hechos. "Se pueden reproducir sentimientos de culpabilidad o del superviviente entre aquellos que se encontraban en el lugar de la explosiones y por el que llegan a plantearse muchos interrogantes ".

Entre los que atendieron a los heridos y víctimas de las deflagraciones es común el sentimiento de inutilidad, y que les afecte la pregunta de "por qué no he hecho más". "Nadie, por muy profesional que sea, está acostumbrado a algo parecido", apuntaron.

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