ELECCIONES 2004 | Protestas ante las urnas

En el cuarto de los párvulos

Los párvulos del colegio Inmaculada / Marillac de Madrid se encontrarán esta mañana los pupitres en su sitio, pero el escenario de sus juegos fue ayer el centro del juego más serio de la democracia, las elecciones. Los asientos y las mesas de juguete fueron apiladas y sobre una hilera de mesas más adultas se constituyeron las mesas electorales, y con una seriedad apabullante los presidentes y los vocales se dispusieron a cumplir un oficio que dura un día, desde el amanecer hasta la madrugada, y por el que recibe cada uno una remuneración de 52,29 euros, lo que al cambio antiguo vienen a ser un...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Los párvulos del colegio Inmaculada / Marillac de Madrid se encontrarán esta mañana los pupitres en su sitio, pero el escenario de sus juegos fue ayer el centro del juego más serio de la democracia, las elecciones. Los asientos y las mesas de juguete fueron apiladas y sobre una hilera de mesas más adultas se constituyeron las mesas electorales, y con una seriedad apabullante los presidentes y los vocales se dispusieron a cumplir un oficio que dura un día, desde el amanecer hasta la madrugada, y por el que recibe cada uno una remuneración de 52,29 euros, lo que al cambio antiguo vienen a ser unas 8.000 pesetas.

No es un dato menor. Si tenemos en cuenta que en España hay 56.585 mesas electorales y que hay tres personas por cada una, el Estado se gastó en nosotros -pues quien escribe fue vocal segundo en aquel parvulario- 8.876.488,95 euros.

Más información

Es un oficio volátil y curioso. Estamos rodeados de interventores -del PP, del PSOE, de IU-, que mantienen entre ellos una relación exquisita, se regalan pastas y cigarrillos, y comparten el agua de la misma botella, como si anteayer no se hubieran estado peleando de mitin a mitin.

En el caso concreto de nuestra mesa, teníamos como presidente a un joven que hoy lunes empieza su trabajo, como becario en un banco. A su lado se sentó, como vocal, un asesor de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Regino García Ba-dell, pariente de novelistas, y alrededor teníamos a la interventora de Izquierda Unida, geógrafa en paro; a la del PSOE, funcionaria del Inem, y al del PP, que trabaja para un concejal madrileño. En los claros del flujo de las votaciones, a alguien se le ocurrió que la geógrafa en paro se pusiera en manos de la funcionaria del Inem para que ésta gestionara ante el asesor de Esperanza Aguirre un trabajo en el departamento de Ordenación del Territorio... y se oyó esta sugerencia: "Eso habría que pedírselo a Florentino Pérez". Nuestro presidente, por cierto, tiene una historia muy joven, pero se llama Manuel Gutiérrez Mellado, es nieto de aquel Gutiérrez Mellado que luchó como un jabato contra el último golpe de Estado que hubo en España, de modo que su presencia entre nosotros, y además como presidente, parecía un símbolo del triunfo final de su abuelo...

Había un periodista que hacía de interventor del PSOE en la mesa de al lado y que insistía en hablar de política y manipulación -en fin, lo de estos días- y sus adustos compañeros pusimos siempre cara de póquer. Vino un árabe, con su complicadísimo nombre. Nos alivió diciendo: "El Khouri, que significa El cura en árabe, pero pueden ustedes llamarme Obispo". Y la mejor fue esa señora que cuando acabó de votar se nos quedó mirando. "¿Ya está?", preguntó. "Ya está". "Ah, yo pensé que me darían algo". Por el móvil alguien recibió un mensaje: "Necesitamos un Gobierno fuerte". Y comentaron irónicamente: "Fuerte, sí, como el de Franco". Y al decir ese nombre, se acercó a votar alguien con ese apellido, que exclamó: "¡Con ése yo no tengo nada que ver!".

Archivado En