LA PAZ | MATANZA EN MADRID | Atención médica

"Ha perdido a la vez a su mujer y al hijo que venía"

Llevaba en su vientre un hijo de seis meses. Su primer hijo. Cuando Ana Isabel se dirigió a Atocha sin saber que iba a la muerte, no presentía más sobresaltos en ese día, probablemente, que los movimientos del bebé. Faltaba tan poco... En algo más de dos meses daría a luz. Y de pronto, oscuridad, ningún movimiento, sólo dolor y el cuerpo doblemente desgarrado. Gravemente herida, esta mujer de 29 años fue llevada al hospital de La Paz. Allí murió, y allí acudieron sus familiares, convocados por la tragedia.

"Ha perdido a la vez a su mujer y a su hijo", dijo una mujer que lloraba señaland...

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Llevaba en su vientre un hijo de seis meses. Su primer hijo. Cuando Ana Isabel se dirigió a Atocha sin saber que iba a la muerte, no presentía más sobresaltos en ese día, probablemente, que los movimientos del bebé. Faltaba tan poco... En algo más de dos meses daría a luz. Y de pronto, oscuridad, ningún movimiento, sólo dolor y el cuerpo doblemente desgarrado. Gravemente herida, esta mujer de 29 años fue llevada al hospital de La Paz. Allí murió, y allí acudieron sus familiares, convocados por la tragedia.

"Ha perdido a la vez a su mujer y a su hijo", dijo una mujer que lloraba señalando al marido. La madre de la joven, entre gemidos, clamó: "¿Cómo íbamos a pensar que nos iba a tocar a nosotros?".

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Se palpaba el estupor. ¿Por qué a nosotros?, se preguntaban los familiares de otros heridos: 39, 17 graves, otra embarazada fuera de peligro y dos sin identificar.

Unidos en torno a la madre y el padre, los familiares de Iván Cabanillas, de 26 años, aguardaban que intervinieran al joven, ingresado en la Unidad de Vigilancia Intensiva. La madre, desgastada por la tensión, se derrumbaba.

"Cuando nos llamaron de la empresa en la que trabaja para decirnos que no había ido, los temores se dispararon", afirma Antonio Cabanillas, el padre. Hasta el mediodía, la familia de Iván, que vive en la villa de Vallecas, flotó en el abismo de no saber qué le había pasado y dónde estaba. Gracias a la novia de otro de los hijos, que trabaja en el Clínico, supieron que estaba ingresado en la Paz.

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A La Paz fue Mohamed a buscar a su padre. Cerca, una joven lloraba. No encontraba a su marido. Había recorrido ya varios hospitales y no obtenía respuestas. Sólo le quedaba Getafe. A las cuatro, otra mujer lloraba cerca de los familiares. Era médico, pero ya no tenía bata. Mientras lloraba contaba a alguien por el móvil que sólo había visto dolor y que estaba muy cansada.

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