Columna

Escalera

"De los innumerables escalones / que conducen a mi corazón" -escribió la poeta japonesa Yosano Akiko (1878-1942)- "él subió tan sólo / quizás dos o tres". El trasfondo simbólico de la escalera se remonta a la noche de los tiempos y ha tenido un alcance universal, posiblemente porque el ser humano siempre se ha sentido como agobiado en la planitud chata de su horizonte existencial. Una escalera, elevación o descenso, es el medio que permite acceder a otro plano o dimensión, fundando de esta manera la imaginativa circulación vertical de lo más profundo. Desde una perspectiva erótica, que propend...

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"De los innumerables escalones / que conducen a mi corazón" -escribió la poeta japonesa Yosano Akiko (1878-1942)- "él subió tan sólo / quizás dos o tres". El trasfondo simbólico de la escalera se remonta a la noche de los tiempos y ha tenido un alcance universal, posiblemente porque el ser humano siempre se ha sentido como agobiado en la planitud chata de su horizonte existencial. Una escalera, elevación o descenso, es el medio que permite acceder a otro plano o dimensión, fundando de esta manera la imaginativa circulación vertical de lo más profundo. Desde una perspectiva erótica, que propende a los extremos, remontar los peldaños de una escalera es emprender la fatigosa ruta de la complejidad emocional, mientras que su descenso onírico, según Freud, revela el intenso placer del orgasmo. Que sepamos, tan sólo los seres de naturaleza mixta, como los ángeles, han gozado del privilegio completo de subir y bajar escaleras, obteniendo quizá con ello la experiencia completa del amor.

Algo de sobrenatural, no obstante, debió de tener la capacidad de amar de Yosano Akiko, cuando, junto al tanka antes citado, de una arrogancia rayana en el orgullo herido, escribió otros de total ofrenda, como ése en el que se describe en la ebriedad del luminoso encuentro con el amado que esperaba: "Viniste al fin, y por eso / dejé ir a las libélulas / que conservaba cautivas / entre mis cinco dedos / este atardecer de otoño"; pero, sobre todo, como en ese otro, donde resume la maravillosa y desasosegante sensibilidad erótica femenina: "En cada cuarto, / en cada jarrón, / enciende una brillante luz; / arregla amapolas y rosas. / Esto no es consolar / sino castigar; / porque aquí, una mujer / -a quien nadie alaba / ni responde,- / de pronto deseó llorar / por una nimiedad".

Perteneciente a la generación que vivió la traumática historia de la vertiginosa modernización de Japón, pero, además, siendo mujer, poeta, amante y pacifista, Yosano Akiko demostró poseer el valor, y hasta la osadía, de subir y bajar por una escalera, que hasta entonces sólo legendariamente habían franqueado en su doble dirección las criaturas angélicas. No traducida al castellano, que yo sepa, sino esporádicamente por Alberto Girri, en una reciente versión inglesa, River of Stars. Selected Poems of Yosano Akiko, nos encontramos que la empresa de subir y bajar en la escala del amor era ardua: "¿Acaso realmente piensas / que podría recitar los sutras / libre de toda angustia? / ¿Lo esencial de la enseñanza de Buda? / ¿Lo mejor de la enseñanza de Buda?".

Mas esta circulación vertical ¿no será lo que determina la vocación de los poetas? He aquí, de nuevo según Yosano Akiko, lo que hay entre cada peldaño: "Poesía es la escultura de sentimientos reales. / Hay una sombra entre línea y línea / y entre estrofa y estrofa, una sombra que encierra detalles / es profunda; / en relación con su profundidad / deja que trocitos de espontánea naturalidad / afloren con claridad / por entre las líneas...". La escalera del arte. La escalera del amor.

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