Análisis:COYUNTURA NACIONAL

Encefalograma plano

El dato de diciembre, con el que cerró el año el Índice de Producción Industrial (IPI), fue peor de lo previsto, siguiendo la tónica de lo que ha sido el año en su conjunto. La industria no ha disfrutado de la moderada recuperación económica general, acumulando ya tres años de práctico estancamiento. Como se ve en el gráfico izquierdo, tras alcanzar un máximo cíclico a comienzos de 2000, el crecimiento de la producción industrial se desaceleró fuertemente hasta finales de 2001, pasando a registrar valores negativos. En 2002 la tendencia cambió iniciándose la recuperación. Sin embargo, dicha te...

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El dato de diciembre, con el que cerró el año el Índice de Producción Industrial (IPI), fue peor de lo previsto, siguiendo la tónica de lo que ha sido el año en su conjunto. La industria no ha disfrutado de la moderada recuperación económica general, acumulando ya tres años de práctico estancamiento. Como se ve en el gráfico izquierdo, tras alcanzar un máximo cíclico a comienzos de 2000, el crecimiento de la producción industrial se desaceleró fuertemente hasta finales de 2001, pasando a registrar valores negativos. En 2002 la tendencia cambió iniciándose la recuperación. Sin embargo, dicha tendencia se truncó durante 2003 y, aunque se han mantenido tasas positivas, éstas han sido modestas y con un perfil de nuevo ligeramente a la baja. El crecimiento medio anual fue del 1,6%, tras un 0,2% en 2002 y -1,2% en 2001. Esta debilidad de la producción se ha traducido, con especial intensidad en los últimos trimestres, en una caída del empleo (gráfico central).

Ha comenzado la recuperación mundial de la industria, pero no parece que el sector es- pañol se beneficie de ello

Durante estos tres años, sin embargo, no todas las ramas industriales han mantenido este mismo perfil. Las ha habido con resultados aceptables, teniendo en cuenta el contexto general de debilidad, como la producción de energía, alimentos y bebidas, papel, edición, coquerías, química, caucho y maquinaria y material eléctrico, cuya producción ha aumentado entre el 7% y el 11% en estos tres años. Otras, en cambio, se han sumido en una grave recesión, que apunta no sólo a factores coyunturales, sino estructurales o de largo plazo. Entre ellas, el textil (-11%), la confección (-29%), el cuero (-17%) y la madera (-14%). Especial gravedad revisten las caídas de la producción de equipos informáticos (-73%), material electrónico (-36%) y equipo médico (-23%), pues señalan que, en materia de nuevas tecnologías, no sólo estamos retrasados, sino que caminamos como los más veloces de los cangrejos. La industria de vehículos de motor, con un peso importante en el sector, se recuperó moderadamente en 2003, pero sin compensar las caídas de los dos años anteriores (el fuerte aumento de las ventas ha corrido a cuenta de importaciones).

Por supuesto, esta crisis industrial no es privativa de España, sino que, como puede verse en el gráfico izquierdo, afecta a toda la zona del euro y a EE UU. Ahora bien, es muy dudoso que la recuperación internacional de la industria y el comercio solucione nuestros problemas. De momento, dicha recuperación ya se ha iniciado -incluso, de forma tímida, en Europa- y ello no parece beneficiar al sector industrial español. El consumo doméstico de bienes industriales, especialmente los no duraderos, no anda muy boyante y seguramente las exportaciones, de cuyo comportamiento es muy deudora la producción industrial (véase gráfico derecho), tampoco, aunque esto no podamos confirmarlo, pues en el momento de escribir esta columna aún no se habían publicado los datos de noviembre.

La apreciación del euro ha hecho subir a la superficie problemas hasta ahora sumergidos: la competencia de los países emergentes (deslocalización), la pérdida de competitividad derivada del diferencial de inflación, la escasa incorporación de las nuevas tecnologías, los pocos recursos dedicados a la innovación y al desarrollo de nuevos productos... España no puede abandonar su industria. Hay que esperar que, tras las elecciones, ésta sea una de las prioridades del nuevo Gobierno y de los agentes económicos más directamente involucrados.

Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).

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