Reportaje:

Envidia y admiración

Un ejecutivo de la banca estadounidense reconvertido en pintor a su llegada a España expone en Granada

Tom Cowsert sonríe y no es para menos porque su historia es la que a todo el mundo le gustaría protagonizar. Cowsert (Misisipí, 1962) era un ejecutivo agresivo del Bank of America en Charlotte, EE UU, hasta que decidió dejarlo todo y convertirse en pintor. De eso hace siete años. Cowsert se mudó a España sin saber español y ahora vive de la pintura. Ayer inauguró una exposición en Granada.

Cowsert pinta desde pequeño. "He dado algún curso pero básicamente soy autodidacta", afirma. Un día de 1996, este economista decidió que lo del banco estaba muy bien, que ganaba mucho dinero, pero que...

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Tom Cowsert sonríe y no es para menos porque su historia es la que a todo el mundo le gustaría protagonizar. Cowsert (Misisipí, 1962) era un ejecutivo agresivo del Bank of America en Charlotte, EE UU, hasta que decidió dejarlo todo y convertirse en pintor. De eso hace siete años. Cowsert se mudó a España sin saber español y ahora vive de la pintura. Ayer inauguró una exposición en Granada.

Cowsert pinta desde pequeño. "He dado algún curso pero básicamente soy autodidacta", afirma. Un día de 1996, este economista decidió que lo del banco estaba muy bien, que ganaba mucho dinero, pero que no era suficiente. "Me dedicaba a renegociar hipotecas de grandes negocios, cuando sus resultados no eran buenos", recuerda.

La historia de Cowsert es sorprendentemente parecida a la que en el siglo XIX protagonizó Paul Gauguin. El genial pintor abandonó con 40 años un trabajo como agente de bolsa en París para marcharse a pintar a Tahití.

El Gauguin contemporáneo que es Cowsert llamó a su jefe un buen día y le comunicó que lo dejaba todo para dedicarse a pintar lejos de EE UU. No sabía dónde, ni cómo ni cuándo, pero estaba decidido. Con un castellano con fuerte acento estadounidense señala: "El jefe me dio su bendición y me dijo que tenía las puertas del banco abiertas para volver. Algunos compañeros dijeron que me envidiaban, pero creo que la mayoría de la gente pensaba que había perdido la cabeza".

Así llegó a Madrid. Cowsert no sabía español y sólo había estado en España un par de veces como turista. Tira del tópico para explicar la elección: "Es el país de Picasso, Velázquez y Goya..." Pero acaba en lo pecuniario: "España es más barato que Francia".

En un pequeño apartamento en el centro de Madrid se instaló y comenzó a pintar. No le fue mal. Sus cuadros se encuentras en las colecciones de la duquesa de Alba y el Instituto Cervantes, entre otros. El principe Felipe tiene una de sus obras. "Uno de los asistentes a su boda me compró un gran cuadro con un paisaje asturiano para él", afirma.

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La exposición puede visitarse en la sede de la Caja rural de Granada, de 19.00 a 21.00. Son 45 óleos coloristas, con formas cubistas. Entre los motivos, toreros, flamencas y paisajes andaluces. Los precios oscilan entre los 1.200 y los 3.000 euros. Cowsert reconoce que una de sus principales influencias son Matisse y Picasso (hasta pinta arlequines y ha pasado por una etapa azul).

"Vivo de esto y es más de lo que podía esperar cuando salí de Charlotte, en Carolina del Norte. Jamás pensé que me fuera a ir tan bien", reconoce. Cowsert explica que lo que le movió a dar un cambio tan drástico: "Pensé que era mejor intentar ser pintor y fracasar que estar toda la vida lamentando no haberlo intentado". Ahora sus estudios de economía sólo le sirven para negociar los precios de los cuadros.

En Navidad regresó a EE UU y se le quitaron las ganas de volver. "Todos mis amigos ganan mucho dinero, pero están muy estresados y sólo hablan de trabajo, de niños y de cuál es la mejor variedad de césped para el jardín. yo gano menos dinero pero me divierto más y hago lo que me gusta y lo que me apetece". Cowsert tuvo el valor de hacer lo que todo el mundo ha ideado en algún momento. Sólo por eso se merece la envidia y la admiración de los que le conocen. Como Gauguin, como poca gente más

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