El Gran Hermano del pueblo
Hace unos días visitaba un pueblo de la Asturias interior con mi compañera y un amigo. Les quise enseñar la iglesia, y aparqué el coche un momento, pegado a la acera.
Reconozco que no me fijé mucho en las marcas del suelo, y que hice mal.
Cuando volvimos dos minutos después, sin que viéramos un solo coche circulando por allí, un guardia abría la carpeta junto al coche para efectuar la denuncia. Me disculpé y le dije que ya nos íbamos, a lo que el guardia replicó, cerrando su carpeta, que la sanción hubiera conllevado... ¡la retirada del carnet de conducir!, por "peligro grave par...
Hace unos días visitaba un pueblo de la Asturias interior con mi compañera y un amigo. Les quise enseñar la iglesia, y aparqué el coche un momento, pegado a la acera.
Reconozco que no me fijé mucho en las marcas del suelo, y que hice mal.
Cuando volvimos dos minutos después, sin que viéramos un solo coche circulando por allí, un guardia abría la carpeta junto al coche para efectuar la denuncia. Me disculpé y le dije que ya nos íbamos, a lo que el guardia replicó, cerrando su carpeta, que la sanción hubiera conllevado... ¡la retirada del carnet de conducir!, por "peligro grave para la circulación". No tuve más remedio que admitirlo, pedir perdón y salir de allí cuanto antes.
Eso es lo que nos espera con las nuevas normas de tráfico, sin duda: un Gran Hermano en cada pueblo, en cada esquina. No olvidaré nunca la expresión de su rostro mientras repetía, henchido de autoridad: "De retirada de carnet, ya le digo".