Crítica:

'Outlook': BIGArt en Atenas

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Juro por los dioses -dice un personaje de Jenofonte- que no daría la Belleza por todo el poder del Rey de Persia". En el siglo de Pericles, el genio artístico de los atenienses creía en la supremacía del mármol y de un simple cincel sobre toda la riqueza que les había llevado, décadas antes, a instalar los Bancos en las Iglesias y designar presidente de ellos a los dioses. Fueron los griegos quienes constituyeron, en Delfos y Corinto, las primeras Cuadrienales, en el 470 antes de Jesucristo, como las de Venecia o Estambul, que se celebraban con ocasión de los juegos ístmicos.

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Juro por los dioses -dice un personaje de Jenofonte- que no daría la Belleza por todo el poder del Rey de Persia". En el siglo de Pericles, el genio artístico de los atenienses creía en la supremacía del mármol y de un simple cincel sobre toda la riqueza que les había llevado, décadas antes, a instalar los Bancos en las Iglesias y designar presidente de ellos a los dioses. Fueron los griegos quienes constituyeron, en Delfos y Corinto, las primeras Cuadrienales, en el 470 antes de Jesucristo, como las de Venecia o Estambul, que se celebraban con ocasión de los juegos ístmicos.

Paneno, inventor del "retrato", ganó el primer "león" de la historia. Su contemporáneo, Agatarco, escenógrafo de Esquilo y Sófocles, inventó el claroscuro. E Indro Montanelli relata en Historia de los griegos (1959) que fue Apolodoro, el skiagrafo o "pintor de sombras" -y de quien Plinio dice con respeto que fue el primero en representar las cosas tal y como realmente aparecen a nuestros ojos-, quien presenció la primera rivalidad entre artistas en la historia de Occidente. Explica que cierto día apareció en la Cuadrienal un personajillo con caballete, pinceles y colores, envuelto en una túnica que llevaba bordado en oro el nombre del titular: Zeuxis de Heraclea. Agatarco le desafió a improvisar un fresco sobre dos paredes para ver quién de los dos lo hacía antes. Zeuxis respondió: "Seguramente tú, que puedes poner la firma en cualquier mamarrachada. La mía la reservo para las obras maestras". Y animado por tal modestia, presentó sus obras fuera de concurso porque, según él, no había fortuna que pagase su trabajo. En Zeuxis podemos ver hoy la figura de tantos artistas que asumen como primer precepto de su carrera que lo primero que hay que hacer para adquirir importancia es darse mucha.

Las obras de un centenar de artistas se distribuyen por estos edificios en formatos muy diferentes: hay pintura y escultura, pero sobre todo instalaciones, fotografía y vídeo

Pero no fue la pintura el medio

en que mejor se expresó el genio griego. La estatuaria, que prefería la grandiosidad a la armonía, fue el formato escogido por los atenienses, que llenaron de vírgenes el Partenón, odeones y propileos. En Fidias, con su manía por lo grande, encontramos la primera influencia de una cierta actitud megalomaniaca en la escultura contemporánea, que empezó con las Big Mac de Claes Oldenburg y terminó con la banalización del riquísimo imaginario de autores como James Lee Byars o Louise Bourgeois. Las tendencias BIGArt han conseguido, sobre todo en Estados Unidos, que vaya más público a los museos que a los partidos de béisbol.

En Outlook, lo primero que se nos aparece es una tortuga gigante de bronce a cuyos lomos cabalga el artista, el belga Jan Fabre (Searching for Utopia, 2003). En la cornisa de otro edificio hallamos The man measuring the clouds (1998), el mismo Fabre intentando mesurar las nubes con la misma vara con la que el mercado le ha medido. No problem. Estamos en el país de Fidias y la obsesión por lo grande tiene aquí el mismo sentido que se le da al Tritón de Agripa o al sátiro Sileno del Teatro de Dionisios. Nacida como antesala cultural de los próximos Juegos Olímpicos, Outlook se plantea como una "minidocumenta" capaz de reflejar los fenómenos urbanos, el rápido desarrollo de la industria del ocio, los mass media y las fronteras invisibles entre el espacio público y privado desde la periferia, la capital hiperarqueológica, estereotipada turísticamente en el continente plastificado de un yogur. Outlook es también la ciudad como utopía frente al lugar del "otro maligno", fulcro del desorden social, distopía, lugar del extraño anónimo, de las clases peligrosas, de los artistas, ámbito de la inabarcable alteridad, pero también de la contaminación y de la terrible corrupción. Porque esta polarización de las imágenes positivas y negativas tiene uno de los imaginarios menos inocentes en la ciudad de Atenas. Outlook, de la mano de su comisario, Cristos M. Joachimides, pretende dar las claves de cómo funciona el consciente del artista para convertirlo en colectivo. Una forma de revitalizar el utopismo o, en palabras del teórico David Harvey (Espacios de esperanza, 2000), realizar una "reflexión crítica sobre nuestros imaginarios, lo que comporta, sin embargo, enfrentarse al utopismo oculto y resucitarlo para actuar como arquitectos conscientes de nuestros destinos en lugar de marionetas indefensas de los mundos institucional e imaginativo en los que habitamos". Si hemos sido capaces de imaginar la ciudad, ¿cómo no poder reimaginarla?

En la cuna de la polis, Atenas, cuyas utopías inspiradas en Platón pueden ser a la vez infiernos totalitarios y cielos felices, Joachimedes ha diseñado un discurso de una coherencia difícil de encontrar en este tipo de acontecimientos que tienden a mastodontizar la creación artística hasta el punto de convertirla en un popurrí dictatorial (del comisario), de manera que aparecen articulados en una serie de juegos espaciales, pero no para conducir a una especie de Disneylandia supuestamente feliz y armoniosa, apartada de las realidades exteriores. Muy al contrario, Outlook no excluye el conflicto ni la crítica. Atenas es una ironía local o, en palabras de Joachimides, "una constante alternancia entre crescendos y diminuendos que invitan al visitante a disfrutar de una experiencia diferente, al encuentro de la deseada otredad".

Outlook pone el énfasis en obras con un fuerte impacto visual. Es la monumentalidad, que el griego Joachimides plantea como "auténtica sustancia de la obra artística, que está ahí no para impresionar, sino para provocar nuevos pensamientos y relaciones con el entorno en el que se presentan". Monumentalidad como resultado de una conexión y cohesión orgánica entre el tamaño y el concepto de la obra, lejos de la pomposidad y de la obsolescencia.

El eje de la calle del Pireo, la arteria

de diez kilómetros que conecta la plaza de Omonia con el puerto ateniense, propone tres escalas para el maratón artístico: Technopolis, una antigua fábrica de gas modernista reconvertida en centro de exposiciones, el Museo Benaki y The Factory, reconstruido en los noventa como espacio de exhibiciones de la Escuela de Bellas Artes. Las obras de un centenar de artistas se distribuyen por estos edificios en formatos muy diferentes: hay pintura y escultura, pero sobre todo instalaciones, fotografía y vídeo. Joachimides ha sometido a diálogo los trabajos de artistas griegos como Apostolos Georgiou, Panos Kokkinias, Kounellis, Dimitris Kozaris, Maria Papadimitriou o Nikos Markou con los inexcusables top forty, los históricos Joseph Beuys, Martin Kippenberger, Ed Ruscha, Franz West, Bruce Nauman, Sigmar Polke, Gary Hill o James Lee Byars y los bienalizados Darren Almond, Francis Alÿs, David Claerbout, Wim Delvoye, Rodney Graham, Eulàlia Valldosera, Pierre Huyghe, Mike Kelley, William Kentridge, Aernout Mik, Sarah Lucas, Beat Streuli, Wolfgang Tillmans, Gillian Wearing, Raymon Pettibon, Tobias Rehberger o Jason Roades. De esta propuesta que tiende puentes a la historia desde la contemporaneidad -un buen ejemplo es el diálogo entre las pizarras de Beuys y las fotografías de Jeff Wall- y que destaca por una formalización sabiamente dosificada y sin estridencias destacaremos finalmente algunas de las sorpresas por las que merece la pena sacar la cabeza por Outlook, como son los tres magníficos basquiats; el vídeo en tres canales de Eija-Liisa Ahtila, The Wind; la Dark Room de los Atelier Van Lieshout; el obús de Cosima von Bonin (Riley); los estudios de Thierry de Cordier (The drunken image); el celuloide de Gregory Crewdson; la amazing Charity de Damian Hirst; el Space Modulator de Mike Kelley; la inolvidable película de Kentridge (Journey to the Moon, 2003); el puente dublinés de Tobias Rehberger, o la Ape House de DeAnna Manganias. Olimpia ha abierto, finalmente, la entrada en el ring de la polis al artista para sus encuentros de pugilato.

Outlook. International Art Exhibition. Marni, 104. 33 Atenas. Hasta el 25 de enero. www.outlook.gr

'Searching for Utopia' (2003), de Jan Fabre

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