Cartas al director

Sin tocar

Reconozco que, hace unos días, me sentí sorprendido nada más entrar por la original exposición "Mano a mano" que aún puede verse en el Centro Cultural de la Villa de Madrid hasta que un bedel le dijo a mi hija de 11 años que las obras de arte no se tocan.

Entonces me di cuenta de que 25 años no son nada si sólo se pretendió cambiar las formas sin haber tocado apenas el fondo; 25 años no son gran cosa si los bedeles de la política nacional siguen pensando que la obra de arte en que, parece ser, se ha convertido la Constitución no se toca; 25 años es poco tiempo si aún siguen tomando a la...

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Reconozco que, hace unos días, me sentí sorprendido nada más entrar por la original exposición "Mano a mano" que aún puede verse en el Centro Cultural de la Villa de Madrid hasta que un bedel le dijo a mi hija de 11 años que las obras de arte no se tocan.

Entonces me di cuenta de que 25 años no son nada si sólo se pretendió cambiar las formas sin haber tocado apenas el fondo; 25 años no son gran cosa si los bedeles de la política nacional siguen pensando que la obra de arte en que, parece ser, se ha convertido la Constitución no se toca; 25 años es poco tiempo si aún siguen tomando a la sociedad española por un menor de edad al que hay que seguir diciéndole, en tono recriminatorio, aquello que cantaba Serrat: "Niño, deja ya de jugar con la pelota, que eso no se dice, que eso no se toca...".

Lo curioso de todo esto es que, en el folleto informativo, nos invitan a tocar. Pura ilusión. Realidad virtual o, a lo sumo, cosas secundarias.

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