Signos

De ancestros, músicos y antílopes

Andrés Neuman edita la novela finalista del Premio Herralde, un poemario y una traducción

Andrés Neuman (Buenos Aires, 1977), granadino de adopción y residencia, figura en los anales como el finalista más joven del premio Herralde por su novela Bariloche, que le dio a conocer al gran público. Ahora, dos libros de relatos, una novela y varios poemarios más tarde, Neuman vuelve a inscribirse en el guinness de las curiosidades literarias al ser el único autor que queda finalista dos veces en el mencionado certamen.

Una vez Argentina (Anagrama) es el título de esta obra, en la que el joven escritor evoca a sus antepasados -Jacobo, nacido en la Rusia zarista ...

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Andrés Neuman (Buenos Aires, 1977), granadino de adopción y residencia, figura en los anales como el finalista más joven del premio Herralde por su novela Bariloche, que le dio a conocer al gran público. Ahora, dos libros de relatos, una novela y varios poemarios más tarde, Neuman vuelve a inscribirse en el guinness de las curiosidades literarias al ser el único autor que queda finalista dos veces en el mencionado certamen.

Una vez Argentina (Anagrama) es el título de esta obra, en la que el joven escritor evoca a sus antepasados -Jacobo, nacido en la Rusia zarista y casado con una lituana; René, un escultor francés desplazado al norte argentino, los propios padres del autor...- en una bien dosificada mezcla de elegía, tragedia y humor.

Neuman define su trabajo como "una novela política". "[Es] fruto de mi interés por la historia argentina y la sensación de estar alejándome de ese país, por la fuerza que tiene el presente; también es un relato de aprendizaje, que parte de un cuento que yo había escrito sobre mi infancia en Argentina, una serie de pequeñas viñetas explicadas a través de los ojos del niño; y finalmente, se trata de un poema de amor a los ausentes, ya que todo está inspirado en las historias que había oído contar en casa, esas vidas azarosas de mis parientes, llenas de aventuras y anécdotas novelescas, que en un principio no sabía cómo sacar del ámbito familiar", explica.

La experiencia le ha servido a Neuman para darse "cuenta de hasta qué punto no respetamos a los personajes". "Uno no siempre se compadece lo que debiera de ellos: cuando un crítico dice de una novela que 'no deja títere con cabeza' o que 'no hace concesiones' parece que fuera una virtud. A partir de ahora pensaré en mis personajes como si hubieran existido o pudieran existir, y tener al menos el mismo respeto que a éstos", asegura.

El proceso de escritura de Una vez Argentina ha propiciado, por otra parte, algunas situaciones insólitas para el autor: "En plan Unamuno o Pirandello, he recibido llamadas de algunos de mis personajes que, desde Madrid o Brasil, me llamaban para preguntarme qué iba a contar, si iba a revelar esto o si podía saltarme esto otro. La ficción se ha metido en el terreno de la realidad de una forma ilimitada", dice Neuman.

Respecto a su reincidente condición de finalista, el bonaerense-granadino confiesa asumirla "con la dignísima resignación de los subcampeones". "Como la selección española de baloncesto en el avión de vuelta, degustando el sabor agridulce de la medalla", bromea el escritor.

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Al mismo tiempo que se fallaba este 21º premio Herralde de novela, en que resultó ganador el también argentino Alan Pauls con El pasado, Neuman editaba un nuevo poemario, La canción del antílope (Pre-Textos). Al igual que su anterior libro en este sello editorial, El jugador de billar, Neuman explica el origen del proyecto como un impulso "completamente irracional, intuitivo, en absoluto autobiográfico". "Pensé en un personaje que se sentía antílope, esto es, una criatura perseguida, amenazada. En estos poemas, lo lanzo a una ciudad, como quien suelta a un animal en un paisaje extraño. Mitad humano y mitad bestia, ese ser sólo busca la paz", añade.

El libro, de un tono alejado de otras entregas poéticas de Neuman como Métodos de la noche o El tobogán, pretende crear "una atmósfera inquietante, con visiones alucinatorias y cierto clima de pesadilla". "Vi el antílope y decidí seguirlo, a ver dónde me llevaba. A partir de ahí empiezo a construir imágenes más o menos impactantes, trato de establecer una comunicación más o menos visceral con el lector", explica el poeta.

La fecundidad de pluma de Neuman, en escandaloso contraste con sus escasos 26 años, también se extiende más allá de los predios estrictamente creativos. De hecho, recientemente se ha estrenado como traductor con Viaje de invierno (El Acantilado), un ciclo de poemas del alemán Wilhelm Müller (1794-1827) que Schubert musicó en 1827. En palabras de Neuman, "estos versos nunca habían sido traducidos al castellano, salvo versiones de compromiso para folletos de discos compactos en los que, como es obvio, no primaba el interés literario".

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