GOLPE TERRORISTA EN TURQUÍA

El vuelo del miedo

El miedo es libre, pero de los 170 pasajeros que tenían previsto embarcar ayer en el vuelo de Iberia-6964, que une Madrid y Barcelona con Estambul, sólo 55 viajaron finalmente en un semivacío Boeing-757 de 200 plazas. Cerca de la mitad eran turcos que regresaban a casa horrorizados por la visión de las fotografías de las primeras páginas de los diarios españoles. "Esta línea se cubre con un avión MD-87, de un centenar de plazas, pero en estas fechas se suele cambiar de aparato porque hay muchos grupos de turistas", explicaba en pleno vuelo de la mañana el personal de a bordo de Iberia. "Parece...

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El miedo es libre, pero de los 170 pasajeros que tenían previsto embarcar ayer en el vuelo de Iberia-6964, que une Madrid y Barcelona con Estambul, sólo 55 viajaron finalmente en un semivacío Boeing-757 de 200 plazas. Cerca de la mitad eran turcos que regresaban a casa horrorizados por la visión de las fotografías de las primeras páginas de los diarios españoles. "Esta línea se cubre con un avión MD-87, de un centenar de plazas, pero en estas fechas se suele cambiar de aparato porque hay muchos grupos de turistas", explicaba en pleno vuelo de la mañana el personal de a bordo de Iberia. "Parece que esta tarde el avión volverá lleno a España".

"No entiendo por qué el Gobierno español desaconseja viajar a Turquía", se quejaba el empresario de hostelería Miguel Moreno, "tal vez por mimetismo con otros países". Después de una dura temporada turística en su restaurante de Nerja (Málaga), ayer volaba con su mujer para pasar una semana de vacaciones en Estambul. Cerraron su reserva la víspera de los atentados contra las sinagogas del pasado sábado. "Sí, claro, la familia y los amigos nos rogaron que no viajáramos a Turquía, pero perdíamos todo el dinero del vuelo y tal vez el del hotel", relataba Moreno, acostumbrado a visitar países del sur del Mediterráneo, mientras de paso intentaba tranquilizar a su compañera de viaje. "Además, vamos a estar alojados en la zona turística de las mezquitas, en el centro histórico, donde no hay consulados ni bancos extranjeros".

Agrupados en una piña, como para transmitirse valor, en el centro del avión de Iberia, un grupo de importadores de maquinaria de varias provincias españolas cumplía a rajatabla con su programa de trabajo. "Teníamos que haber volado 12 personas, pero tres han preferido no venir ahora a Turquía", reconocía el empresario cántabro Jesús Lavín. Nada más tomar tierra en Estambul, tenían previsto desplazarse a Bursa, en la otra orilla del mar de Mármara, donde se concentra la industria turca más pujante. Lavín hace negocios en Turquía desde hace nueve años. "¿Mi familia? Creo que ya están curados de espantos".

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