Columna

Otoñal melancolía

El otoño es lo que tiene, cuanto más avanza más melancólicos nos pone. Pero nos equivocaríamos si considerarámos al otoño como a la única fuente de melancolía. De los escritos de Alcabitius, un sabio de finales del s. IX, puede colegirse que la melancolía, en tanto que perteneciente a Saturno, podrían producirla los elementos por él regidos, como por ejemplo: "La noche del miércoles, el hierro, el roble, las agallas, las letrinas, los sacos y las telas viejas y bastas, la corteza de la madera, la pimienta, el ónice, las aceitunas, los nísperos, las granadas ácidas, las lentejas, los mirobálano...

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El otoño es lo que tiene, cuanto más avanza más melancólicos nos pone. Pero nos equivocaríamos si considerarámos al otoño como a la única fuente de melancolía. De los escritos de Alcabitius, un sabio de finales del s. IX, puede colegirse que la melancolía, en tanto que perteneciente a Saturno, podrían producirla los elementos por él regidos, como por ejemplo: "La noche del miércoles, el hierro, el roble, las agallas, las letrinas, los sacos y las telas viejas y bastas, la corteza de la madera, la pimienta, el ónice, las aceitunas, los nísperos, las granadas ácidas, las lentejas, los mirobálanos, la cebada, el terebinto, las cabras y las novillas, las aves acuáticas, las culebras negras y las montañas".

El maestro Alcabitius se muestra bastante completo pero no exhaustivo, claro que no tenía por qué adivinar qué fuentes de melancolía se darían en el s. XXI. ¿Cómo iba a sospechar que existiría cierto caballero llamado Egibar con tanto carisma -¿o sería prestige?- como para arrastrar a las masas de Álava y Guipúzcoa a votarle en pleno aunque sólo fuera en su partido? Bien mirado, el aspirante a heredero igual nos produce melancolía porque podría entrar en el apartado telas bastas de Alcabitius. Pero entonces, ¿por qué nos deja melancólico nuestra vice -Miami vice- Idoia Zenarruzabeitia? No, desde luego, por esos modos de dominanta que está mostrando, por más que Alcabitius en otro lugar asegure que Saturno rige también los oficios del cuero, sino porque no se rinde a la evidencia.

Conforme, puede que la caída de la inversión extranjera en Euskadi no se deba por completo al plan Ibarretxe. Pero si el plan es tan bueno y va a generar tanta prosperidad -es una de las coletillas de Idoia y Juan José-, lo extraño es que los inversionistas extranjeros o emigrantes, en vez de irse, no estén pegándose entre ellos a ver quién nos mete más espuertas de dinero. Y eso es lo que produce melancolía, que no se admita que ya nada del monte es orgasmo, digo, orégano; es decir, que las cosas no son como se quieren hacer ver sino al contrario. ¿Por qué nadie ha reparado en que Madrid ha concedido 200.000 euros a un encausado por el asunto Egunkaria cuando se desgañitaron diciendo que todo era perseguir al euskera y a gentes como el subvencionado?

Alcabitius ya contempló que Saturno regía: "las cosas viejas e imposibles, el uso del engaño, la necesidad y el asombro". Por eso no causa estupor alguno que el bueno de Azkarraga, nuestro Solón y Radamantes, declare que confía en los miembros del Tribunal Constitucional -en los miembros, ha recalcado, no en su presidente-, después de que haya puesto a caldo perejil a toda la justicia española, del tribunal más alto al más bajo; ni lo causará cuando vuelva a echar sapos y culebras por la boca como el TC no le satisfaga: lo que produce es melancolía. Como la produce que cierto Desmadrazo diga que impugnar el plan de Ibarretxe es como suspender la autonomía. ¿Se referiría a él Alcabitius cuando aseguró que Saturno regía los oficios bajos tales como el de asistente de los baños?

Claro que, esto de la melancolía también tiene su lehendakari y por alguna extraña razón se llama, qué casualidad, Ibarretxe. Hombre, ya le dejó a uno como los violines de Verlaine cuando en la capital de la música, Salzburgo (ésa que quiere para Donosti nuestro Odón), sostuvo que los representantes de las regiones de la UE con capacidad legislativa apoyaron su plan justo después de que no quisieran meterse en él, como quería Ibarra, porque eran cosas de cada Estado. Pero lo que ya le hunde a uno en pleno ataque de suspiros es que amenace con echarse a la calle -¿o será al monte?- si le rechazan el plan. Alcabitius también avisó que Saturno regía la cabeza grande y la boca ancha, pero no es plan. Como tampoco lo es que Michavila lo tache de totalitario, sí, el plan, porque a fuerza de manejar los conceptos con inexactitud acaban por no significar nada, con el agravante de que así se desvirtúan los mejores propósitos. Y así andamos, en un melancólico arrastrar de pies sin que nos consuele que, según Alcabitius, también lo rija Saturno.

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