Columna

El ahora es mañana

Se nos caen las hojas de la belleza poética, en este otoño desalmado. Como Joan Perucho, también Miquel Martí i Pol es uno de los nuestros, gentes de piel hacia fuera y mucha alma hacia dentro. Me ha cogido su muerte en México, perdida por esos pagos en conferencias y universidades. Los amores prohibidos de Frida Kahlo con Leon Trostki..., los tortuosos con Diego Rivera..., los fugaces con tantos y tantos... No sé si lo recreo o lo invento, pero supe la noticia empachada de arte mexicano y me pareció como un círculo imperfecto: todo arte, todos arte, todo menos la muerte.

Se nos caen la...

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Se nos caen las hojas de la belleza poética, en este otoño desalmado. Como Joan Perucho, también Miquel Martí i Pol es uno de los nuestros, gentes de piel hacia fuera y mucha alma hacia dentro. Me ha cogido su muerte en México, perdida por esos pagos en conferencias y universidades. Los amores prohibidos de Frida Kahlo con Leon Trostki..., los tortuosos con Diego Rivera..., los fugaces con tantos y tantos... No sé si lo recreo o lo invento, pero supe la noticia empachada de arte mexicano y me pareció como un círculo imperfecto: todo arte, todos arte, todo menos la muerte.

Se nos caen las hojas en este otoño desalmado. Hojas buenas, bellas, sutiles y profundas, hojas de árboles de vida. "Tu que em coneixes, saps que sóc aquell que estima/ la vida per damunt de qualsevol riquesa...", hojas de poesía. La muerte, esa corrosiva pareja de baile, nunca fue ni oportuna ni comprensiva, y así nos deja, huérfanos de lo bueno y de los buenos. Me duele la desaparición de Miquel. Y me duele que haya sido tan precipitada, justo cuando todo está, aún, por hacer -"tot està per fer/ i tot és possible"-, al albur de una página nueva de este viejo país que tanto amó. Mañana cambia la historia de Cataluña y ese hombre sensible, frágil y extraordinariamente fuerte que fue nuestro poeta tendría que estar ahí, tocando sus hilos, con la mirada aguda y la poesía abrupta. Puede que la historia cambie para peor, me dirán los agoreros del mal tiempo, y podría..., pero una piensa que el mundo puede equivocarse mucho pero no tanto. Y si cambia, pues, y cambia en el sentido del cambio, todo será poco, "tot serà poc, i l'heura i la paret / proclamaran conjuntament el dret / de vulnerar la nostra plenitud".

Martí i Pol desaparece cuando todo está por hacer en este viejo país que tanto amó

Decía el poeta, el ahora es mañana, y a pesar del lejano momento en que escribió esa poesía, ¡qué sensación de proximidad!, ¡qué feliz puntería! Hay momentos en la vida de cada cual, y también en la vida de los pueblos, en que el ahora escribe con trazos innegociables todo un largo mañana. Esos momentos son como tela de araña, pavorosamente frágiles y, a la vez, pavorosamente fuertes. Ahora es mañana, porque escribimos ahora lo que nos va a acontecer como pueblo, cómo queremos vivir, cómo ser gobernados, qué tipo de cultura de lo público queremos que nos represente, qué tipo de mujeres y hombres, las mujeres y los hombres que van a gobernarnos. Es evidente que la política no conforma el todo de una sociedad, pero una política y unos políticos dicen mucho de la sociedad que los llevó y, sobre todo, los mantuvo en el poder. ¿Hemos sido un pueblo maduro? Resulta políticamente incorrecto poner en cuestión la decisión soberana de los pueblos, aunque ha habido pueblos soberanamente imbéciles. Ahora que celebramos -concepto demasiado bello para tan pésimo recuerdo- el aniversario de la terrible Kristallnacht, ¿qué podemos decir de según qué ascensiones democráticas al poder? La democracia tiene sus grandezas, pero también esconde monstruos agazapados en las cloacas de nuestros miedos, y la única defensa es la madurez. No me atrevo a decir que Cataluña no ha votado maduramente durante estos últimos 23 años. Pero algunos aspectos del voto han sido francamente inmaduros, más vinculados a cuestiones estomacales, a resortes de efecto Pavlov y a una especie de cesión mesiánica de uno mismo para con el líder, que a la reflexión crítica. Lo diré en los términos en los que me hablaban, a menudo, votantes convergentes, en mis épocas de tacones lejanos electorales: "No sé por qué motivo Jordi Pu-jol hace los pactos que hace, ni por qué ha tomado esas decisiones, pero si él lo hace, sabrá por qué". Esta respuesta, que ha sido un auténtico patrón de comportamiento del grueso del voto convergente, también nos ha dado la

medida del grueso crítico de nuestro pensamiento colectivo. Demasiados años de política religiosa. Demasiados años de votantes de fe.

Ahora es mañana, clama el poeta. "Ara és demà. Que ploguin noves veus/ pel vespre tèrbol, que revinguin deus/ deficioses d'amarar l'eixut". Y hoy que

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es mañana puede que sea un gran día, como también canta el cantante de nuestra educación sentimental. Quizá caigan algunos privilegios fosilizados en los despachos del poder, durante años de trabajarse un agujero. Quizá se acabe con ese desprecio monumental por la cultura. Quizá se recupere el sentido de lo social. Quizá, si ahora es mañana, y mañana es un gran día, volvamos a un patriotismo de personas y no de conceptos huecos. Quizá volvamos a recuperar el sentido de lo político. Y quizá, si hoy es mañana, volvamos a tender puentes con la vieja Sepharad, pero no para mover la caja registradora, sino para hablar. Si hoy es mañana, mañana puede que sea un día histórico.

Sin embargo, cuidado. No vuelvan a traicionar a los sueños, ustedes, que pueden protagonizar nuestros sueños. Ese mañana que es hoy está escrito sobre el sentido común y la inteligencia, pero tiene mucho de romántica esperanza, forjado como está, también, en lo emocional. No lo traicionen.

"Ara es demà. No escalfa el foc d'ahir/ ni el foc d'avui i haurem de fer foc nou./ Del gran silenci ençà, tot el que es mou/ es mou amb voluntat d'esdevenir". Voluntad de ser ciudadanos y no siervos...

Pilar Rahola es escritora y periodista. rahola@vodafone.es

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