Entre el zen y san Juan de la Cruz
El concierto de anteayer estaba estructurado en dos bloques. El primero, alrededor del budismo zen, y en concreto del templo de Ryoan en Kioto, con sus míticos jardines de piedra, motivo de inspiración de Cage, Barber y Galán. El segundo bloque es, en realidad, un tríptico sobre san Juan de la Cruz, de Galán, con los estrenos de Llama de amor vivo y Soledad sonora y la revisión de Noche oscura. La música tiende, pues, un puente a la meditación, o quizás la meditación a la música. La parte zen es ilustrada por fotografías alusivas a la serenidad de las piedras del templo ja...
El concierto de anteayer estaba estructurado en dos bloques. El primero, alrededor del budismo zen, y en concreto del templo de Ryoan en Kioto, con sus míticos jardines de piedra, motivo de inspiración de Cage, Barber y Galán. El segundo bloque es, en realidad, un tríptico sobre san Juan de la Cruz, de Galán, con los estrenos de Llama de amor vivo y Soledad sonora y la revisión de Noche oscura. La música tiende, pues, un puente a la meditación, o quizás la meditación a la música. La parte zen es ilustrada por fotografías alusivas a la serenidad de las piedras del templo japonés y la de san Juan de la Cruz con pinturas de Manuel Prieto, buscando una correspondencia entre sonidos e imágenes.
Lo visual y lo sonoro
Obras de John Cage, Llorenç Barber y Carlos Galán. Grupo Cosmos 21. Director: Carlos Galán. Festival de Otoño. Teatro Fernando de Rojas. Círculo de Bellas Artes. Madrid, 4 de noviembre.
Enigmática y seductora
Del tríptico de san Juan es seguramente Soledad sonora la pieza más redonda o, si se prefiere, más enigmática y seductora. Galán continúa aferrado a sus postulados de música matérica, con una prioridad manifiesta en el tratamiento del sonido en sí mismo. Su grupo Cosmos 21 ha llegado a los 15 años de trabajo continuado y eso se nota en la compenetración de los instrumentistas y también en la convicción con la que afrontan cada nuevo reto. Carlos Galán se muestra con efectividad desde la dirección orquestal.
El público se lo pasó en grande. Lástima que un teléfono móvil indomable y un ataque de tos no menos chillón rompiesen la atmósfera de concentración en uno de los momentos más intimistas de la noche.