Crítica:

Soledades de hierro

Reconoce la artista que siempre ha admirado a Susana Solano y que el descubrimiento de Louise Bourgeois le abrió nuevas puertas a su trabajo. La obra de Maïss -nombre artístico de Marisa Jorba (Barcelona, 1960)- no bebe directamente de estas dos maestras de la escultura contemporánea, pero su trabajo se mueve en este espacio que oscila entre el rigor formal de unas estructuras aparentemente opacas y la búsqueda de sentidos claros y directos que aluden a experiencias íntimas, casi siempre dolorosas. La exposición, titulada Cámaras secretas, reúne una veintena de trabajos realizad...

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Reconoce la artista que siempre ha admirado a Susana Solano y que el descubrimiento de Louise Bourgeois le abrió nuevas puertas a su trabajo. La obra de Maïss -nombre artístico de Marisa Jorba (Barcelona, 1960)- no bebe directamente de estas dos maestras de la escultura contemporánea, pero su trabajo se mueve en este espacio que oscila entre el rigor formal de unas estructuras aparentemente opacas y la búsqueda de sentidos claros y directos que aluden a experiencias íntimas, casi siempre dolorosas. La exposición, titulada Cámaras secretas, reúne una veintena de trabajos realizados por la artista en los dos últimos años que comparten, en su mayoría, un mismo formato -estructuras de hierro rectangulares que representan tanto un refugio como una celda-, pero que en su interior abordan temas diversos como la incomunicación, la soledad o el dolor. Algunas parecen estar a medio camino entre el objeto poético y la escultura. Es el caso, por ejemplo, de la titulada Silencio, consistente en una pequeña cama de matrimonio con inmaculadas sábanas blancas en cuyo centro la artista ha situado una viga de hierro en lo que parece un claro símbolo de la incomunicación de la pareja, tema que aparece también, más o menos brutalmente, en otras piezas. Pocas veces aparece la ironía en su obra -marcada por un dramatismo que se hace más patente en las esculturas de temática social dedicadas a las mujeres afganas, las pateras o las sentencias de lapidación en Nigeria-, pero sí se percibe en algunas piezas como, por ejemplo, La jaula de oro, en la que el oro es mera pintura que se refleja en un espejo en alusión al mundo irreal en el que se mueven muchos artistas actuales.

MAÏSS

Galería Safia

Bruniquer, 9, bajos. Barcelona

Hasta el 31 de octubre

La exposición ha venido acompañada de un curioso libro de artista, en una tirada de sólo 15 ejemplares, en el que la intervención principal de Maïss ha sido la escultura-caja que contiene el libro. Éste, con diseño de Enric Satué, consiste en las fotografías de sus obras, desde la visión subjetiva de Faustí Llucià, una serie de poemas interpretativos de Jordi Carrió y textos del escritor Jordi Coca y el historiador Xavier Barral. La abundancia de miradas, eso sí, parece clara consecuencia de la voluntad narrativa de la obra de Maïss.

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