Juzgado por estafa de 1.335.598 euros el dueño de una oficina de lotería

Miguel Ángel Camacho Ález, titular de la administración de lotería número dos de Manises, el enano afortunado, y relacionado con varios delitos de la denominada banda de Cásper, declaró ayer ante el tribunal de la sección tercera de la Audiencia de Valencia acusado de un supuesto delito de malversación de caudales públicos por importe de 1.335.598 euros. El abogado del Estado solicitó para él siete años de cárcel y 20 años de inhabilitación absoluta y suspensión de empleo y cargo. El letrado que representa al BBVA, entidad bancaria que fue en un primer momento víctima del supuesto fraud...

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Miguel Ángel Camacho Ález, titular de la administración de lotería número dos de Manises, el enano afortunado, y relacionado con varios delitos de la denominada banda de Cásper, declaró ayer ante el tribunal de la sección tercera de la Audiencia de Valencia acusado de un supuesto delito de malversación de caudales públicos por importe de 1.335.598 euros. El abogado del Estado solicitó para él siete años de cárcel y 20 años de inhabilitación absoluta y suspensión de empleo y cargo. El letrado que representa al BBVA, entidad bancaria que fue en un primer momento víctima del supuesto fraude, pidió ocho años de cárcel y también 20 de inhabilitación. Además de Camacho Ález, están acusados dos de sus empleados por estos mismos hechos, Rafael Santonja Giménez y Vicente Espí Galbis. El fiscal no ha presentado acusación.

Los hechos se remontan a diciembre de 1993. Camacho Ález, tal como consta en los escritos de acusación, estaba autorizado a disponer, con la exclusiva finalidad de atender al pago de premios, de una cuenta en la oficina del BBVA 1157 abierta por el Organismo Nacional de Loterías y Apuestas del Estado (ONLAE). El titular de la cuenta hizo una provisión de fondos superior a los 2.404.048,42 euros para que Camacho Ález pudiera hacer frente al pago de los billetes premiados, con la obligación de justificar después las cantidades abonadas.

La operación

El 28 de diciembre de 1993 los tres acusados se personaron en la entidad bancaria. Fueron atendidos por el director de la misma, al que les unía una relación de confianza derivada de la asiduidad con la que los responsables de el enano afortunado operaban en ella. Le entregaron siete bolsas de color amarillo, con el anagrama de la oficina de loterías, en las que supuestamente habían introducido 89.663 décimos premiados. Junto a esas bolsas, los acusados entregaron una relación de los distintos billetes. El director firma la factura, sin hacer comprobaciones, y envió las bolsas en una única saca a Madrid. Es entonces cuando son abiertas para comprobar que efectivamente el contenido se corresponde con la relación de la factura. Y en ese arqueo, descubren que les han sido remitidos 21.539, el desfase entre ambas cantidades es de 67.424 billetes de lotería. La primera constatación que hace el letrado del BBVA es que era materialmente imposible que los décimos hubieran cabido en siete bolsas precintadas. La ONLAE detectó también que los billetes no estaban convenientemente anulados y que las cifras se habían disparado respecto a los dos años anteriores. Camacho Ález negó los cargos.

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