Crítica:CRÍTICAS

Hermoso descubrimiento

Resumir la materia narrativa de esta singular, apasionante, hermosa película, uno de los mejores descubrimientos cinematográficos de los últimos años (por una vez, la lluvia de premios festivaleros que la llevan acompañando a lo largo de este 2003 sólo señala sus múltiples merecimientos), no es nada difícil. Cuenta la historia del reencuentro entre dos primos, uno, un fotógrafo que vive y trabaja en Estambul; el otro, un obrero que pretende encontrar allí un empleo y le pide momentánea pensión; es la historia, en fin, de la cotidianidad de dos personas que tienen muy poco en común, y menos aún...

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Resumir la materia narrativa de esta singular, apasionante, hermosa película, uno de los mejores descubrimientos cinematográficos de los últimos años (por una vez, la lluvia de premios festivaleros que la llevan acompañando a lo largo de este 2003 sólo señala sus múltiples merecimientos), no es nada difícil. Cuenta la historia del reencuentro entre dos primos, uno, un fotógrafo que vive y trabaja en Estambul; el otro, un obrero que pretende encontrar allí un empleo y le pide momentánea pensión; es la historia, en fin, de la cotidianidad de dos personas que tienen muy poco en común, y menos aún qué decirse.

Pero este resumen es, obviamente, del todo ineficaz para dar cuenta de la grandeza del filme, el cuarto del para nosotros desconocido director turco Nuri Bilge Ceylan. Porque lo que hace de Lejano un título portentoso es un doble aspecto: por un lado, la inteligencia con que Ceylan va desvelando lentamente, por medio de pequeños momentos de epifánica lucidez, la personalidad de cada uno de sus personajes principales, uno, el obrero, preso de sus deseos y sus indecibles quimeras; el otro, en grave crisis personal y profesional.

LEJANO

Director: Nuri Bilge Ceylan. Intérpretes: Muzaffer Özdemir, Mehmet Emin Toprak, Zuhal Gencer Erkaya, Nazan Kirilmis, Fatma Ceylan. Género: drama. Turquía, 2002. Duración: 110 minutos.

Trama compleja

Los desgarros de ambos, y es éste el segundo aspecto a reseñar, se muestran en sordina, sin enfatizar jamás los aspectos sentimentales de una trama densa y humanamente muy compleja. Ceylan usa para mostrarlos un tempo narrativo moroso, cercano al de algunos cineastas inmensos que han sabido construir una escritura del todo personal. Por ejemplo, Abbas Kiarostami, cuyo tenaz enraizamiento en lo real parece aquí reproducido; o ese Andréi Tarkovski a quien el filme homenajea de forma explícita, en uno de los momentos más aparentemente innocuos de su desarrollo.

Pero Ceylan es bastante más que un copista aplicado. Posee no sólo un certero concepto de la dramaturgia, una construcción de la puesta en escena de impresionante eficacia y una dirección de actores que privilegia siempre la contención frente a la explicitud, el gesto leve frente a la grandilocuencia. Sino también una búsqueda apasionada de la belleza, de la mejor imagen de esa Estambul invernal sepultada por la nieve, el perfecto escenario para los conflictos íntimos que la película recrea, y que también hacen de Lejano una experiencia estética memorable, inolvidable.

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