Reportaje:REPORTAJE

Los contra-Nobel: ciencia con chiste

Un asunto aparentemente trivial puede degenerar en un descubrimiento científico sin parangón. Si a Newton le cayó una manzana en la cabeza, al biólogo del Museo Natural de Rotterdam Kees Möliker se le estrelló un pato contra el cristal del museo. "Oí el bong y salí corriendo del despacho. En esa época, muchas aves se estrellaban contra el cristal. Hoy no ocurre porque hemos cambiado el vidrio", relata orgulloso desde Rotterdam.

El pato, que huía de otro pato, murió en el golpe. Y la ciencia cobró vida. El perseguidor comenzó a violar al muerto y no paró hasta 75 minutos después (...

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Un asunto aparentemente trivial puede degenerar en un descubrimiento científico sin parangón. Si a Newton le cayó una manzana en la cabeza, al biólogo del Museo Natural de Rotterdam Kees Möliker se le estrelló un pato contra el cristal del museo. "Oí el bong y salí corriendo del despacho. En esa época, muchas aves se estrellaban contra el cristal. Hoy no ocurre porque hemos cambiado el vidrio", relata orgulloso desde Rotterdam.

El pato, que huía de otro pato, murió en el golpe. Y la ciencia cobró vida. El perseguidor comenzó a violar al muerto y no paró hasta 75 minutos después ("es mucho tiempo para un pato", comenta Möliker sin un atisbo de ironía). Además de lo duradero del coito, la importancia reside en que era el primer caso descrito de necrofilia entre patos. Möliker se dio cuenta de la trascendencia de la violación y fotografió y anotó cuanto acontecía. Era el año 1995, y en 2001, animado por sus colegas, publicó en la revista ornitológica Deisnea el estudio. Lo tituló El primer caso de necrofilia homosexual entre 'Anas platyrhynchos', e incluye fotos del acto y la autopsia a la víctima.

Un ganador documentó el primer caso de necrofilia homosexual entre patos; otro estudió la fuerza que hace falta para arrastrar una oveja sobre varias superficies

"Lo importante no es que fuera homosexual (hay muchos patos homosexuales), sino que fuera necrófilo y el tiempo que estuvo violando al muerto. Aunque no se han descrito más casos, creo que puede estar sucediendo en la naturaleza", señala Möliker. Por este prescindible estudio recibió recientemente, en la Universidad de Harvard (Boston, EE UU), el Premio Ig Nobel de Biología.

1.200 asistentes

Los premios Ig Nobel (la Ig viene de ignominioso) son un galardón paralelo al Nobel que desde hace 12 años premia los trabajos científicos que "no pueden ni deben ser repetidos". Pese a la apariencia, son trabajos serios. Al menos han sido publicados en revistas científicas de más o menos prestigio. La entrega de premios se celebra cada año en Harvard, los galardones los entregan verdaderos premios Nobel y entre los 1.200 asistentes se sortea una cena con un científico eminente. El organizador es Marc Abrahams, director de la revista Annals of Improbable Research

(Anales de la Investigación Improbable). Éste asegura que los estudios premiados "primero hacen reír y después pensar".

Möliker fue a la ceremonia pagándose el viaje. "Fue muy divertido. Me sentí satisfecho del premio. Nunca recibiré un Nobel, así que me conformo con un Ig Nobel". Sobre la fiesta comentó que, paradójicamente, "los organizadores son gente muy seria pero con humor". Nueve de los 10 científicos premiados acudieron a la ceremonia corriendo con los gastos.

Junto a Möliker estaba el japonés Yukio Hiroshe, profesor de la Universidad de Kanazawa. El bueno de Hiroshe estudió una estatua de bronce situada en una plaza de Kanazawa que "no atrae a las palomas". Fue un merecido Ig Nobel de Química. En esa línea, Hiroshe puede tardar una eternidad en recopilar todo lo que no atrae a las palomas.

El Ig Nobel de Investigación Interdisciplinar fue para tres investigadores (dos suecos y un italiano) que publicaron Los pollos prefieren humanos guapos en la prestigiosa Human Nature. Lisselotte Jansson, investigadora de la Universidad de Estocolmo, explica la metodología del estudio: "Cogimos una serie de pollos y les enseñamos a distinguir entre hombres y mujeres que aparecían en un ordenador. Le dábamos una recompensa si tocaban la pantalla cuando era una mujer. Cuando sabían distinguirlos, les enseñábamos una serie de caras de mujeres, y cuanto más guapas eran, observamos que los pollos tocaban antes la pantalla. Lo mismo ocurría cuando les enseñábamos hombres". El estudio, según Jansson, demuestra que las preferencias sexuales son aprendidas y no heredadas. Ahora preparan con palomas otro experimento similar.

El Ig Nobel de Medicina fue para el equipo británico que publicó en 2000 (en la revista Proceedings of the National Academy of

Sciences) Cambios estructurales en el hipocampo de los taxistas relacionados con la

navegación. La sorprendente conclusión es que el cerebro de los taxistas de Londres está más desarrollado que el de sus compatriotas. Fue el primero de una serie de estudios sobre el mismo tema que ha tenido repercusión internacional.

Hay más. La lista es larga y lo mejor es no comentarla demasiado. El de Fisiología fue para Philip Zimbardo, de la Universidad de Stanford (EE UU), por su estudio Políticos, personalidades excepcionalmente simples, publicado en la revista Nature en 1997. No le quiten mérito. Las cosas obvias a menudo son muy difíciles de demostrar. El de Física, para ocho australianos que publicaron en Applied Ergonomics el irresistible Análisis de las fuerzas necesarias para arrastrar una oveja sobre distintas

superficies. Una de las irrefutables conclusiones del estudio es que cuesta menos arrastrar una oveja cuesta abajo que cuesta arriba. No se atrevieron a aventurar que la conclusión sirva para los canguros. El premio de Ingeniería fue un homenaje a la Ley de Murphy: "Si hay dos formas de hacer algo, y una de ellas concluye en una catástrofe, siempre habrá alguien que elija la segunda". O resumido: "Si algo puede ir mal, irá mal". El premio lo recogió el hijo del ingeniero estadounidense Edward A. Murphy, que postuló el principio en 1949.

Según Abrahams, todos estos estudios sirven para desmitificar la ciencia y acercarla a la gente. "La mayoría de los científicos tienen mucho sentido del humor. La prueba es que son capaces de reírse de sí mismos y recorrer medio mundo para recibir un galardón". Asegura que sólo un par de veces ha recibido críticas de los galardonados, que, afirma, "no entendieron que no se trataba de mofarse de su trabajo, sino de encontrar una excusa para hacer una fiesta".

Abrahams habla de fiesta porque en la ceremonia, celebrada el pasado 2 de octubre, hubo hasta una ópera,

Átomo y Eva. En ella, una bella científica se enamora de un átomo de oxígeno. Además hubo "una lluvia de aviones de papel, mucho científico loco y mucho buen humor". Abrahams proclamó ante el auditorio: "A aquellos que no han ganado un Ig Nobel, pero especialmente a los que sí, les deseo mejor suerte el año próximo".

Algunos de los ganadores de años anteriores ya son leyenda. Es el caso del estudio La asimetría escrotal en hombres y esculturas antiguas, publicado en Nature en 1976 y ganador en 2002; el inigualable Heridas producidas por caídas de cocos, premiado en 2001; el ganador de Psicología de 2000: Cómo las dificultades para reconocer la propia incompetencia llevan a tareas demasiado elevadas; el de Estadística de 1998, La relación entre la altura, la longitud del pene y la talla de pie; el de Medicina de ese año, por El hombre que se pinchó un dedo y olió pútrido durante cinco años, publicado en la eminente The Lancet; el fundamental Transmisión de gonorrea a través de una muñeca hinchable; el impresionante Cuerpos extraños en el recto: un exhaustivo repaso a la literatura mundial, o el apetitoso Comparación de la palatabillidad de los renacuajos de Costa Rica.

Así que cuando le hablen de algún estudio para refutar alguna de sus extravagantes teorías, recuerde que su interlocutor se puede estar basando en un Ig Nobel. En ese caso, lo más probable es que usted tenga razón. No se crea que el impuesto de sucesiones hace descender la mortalidad. Es falso que la gente se muera más tarde donde hay muchos impuestos para no darle dinero a Hacienda. Responda que el profesor de Michigan que defiende esa teoría ganó un Ig Nobel.

El Nobel de Química Richard Roberts (derecha) entrega el Ig Nobel de Fisiología a Philip Zimbardo (centro), el 2 de octubre.AP

Un premio español envuelto en polémica

ESPAÑA TIENE su Ig Nobel. Eduardo Segura, un diseñador industrial de Valls (Tarragona), ganó en 2002 el Ig Nobel de Higiene por inventar la lavadora para perros y gatos. Pero es un Ig Nobel no exento de polémica. Francisco Villa es un empresario de Reus que asegura ser el propietario de la patente de la lavadora en todo el mundo. Detalla que se la compró al ingeniero Vicente Navalón Chicote, el verdadero inventor, y afirma que Segura es un usurpador. Villa afirma que tiene una querella penal admitida a trámite contra Segura. Este periódico intentó el año pasado contactar con Segura para que comentara el galardón. Fue inútil porque, según su secretaria, estaba de viaje. Este año vuelve a estar de viaje.

Marc Abrahams, creador de los premios Ig Nobel, asegura conmocionado que desconoce todo sobre el juicio y que en caso de prosperar a favor de Villa, le retirarán el Ig Nobel a Segura en una ceremonia formal para entregárselo a Villa. "Esta institución no podría tolerar semejante desprestigio", afirma.

Villa no lucha por el premio, sino por un negocio, el lavado de perros, que mueve mucho dinero. En España hay 15 lavadoras instaladas en gasolineras. Es una cabina automática que suelta agua a presión y jabón, luego aclara y finalmente seca. Cada una cuesta unos 25.000 euros y cada lavado de perro (con secado incluido) cuesta entre 10 y 12 euros. Villa ha comenzado a exportar máquinas a México y Estados Unidos.

La secretaria de Segura asegura que no sabe quién designó candidato a su jefe. Abrahams explica que las designaciones son anónimas y anima a que los españoles postulen a los científicos españoles a través de www.improb.com. "Seguro que hay una buen cantera de ciencia que no puede ser reproducida en España", afirma Abrahams entre risas.

Cada año hay miles de candidatos, y la elección es dura. Para postular a alguien, lo primero es no ser hiriente. "Somos muy estrictos con eso", señala Abrahams. Y sigue: "Lo normal es que sea un científico el que presenta a otro candidato, pero para ampliar las posibilidades permitimos que la gente se postule a sí misma para un Ig Nobel". Hasta ahora, sólo un científico, Anders Barheim, de la Universidad de Bergen, en Noruega, se ha designado a sí mismo. Bergen había pergeñado el glorioso Efecto del ajo y la nata sobre el apetito de las sanguijuelas. Lo publicó British Medical Journal en 1994 y dos años después recogió orgulloso su premio en Boston. "Eso sí que es sentido del humor", concluye Abrahams.

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