Tribuna:

Sobre el jurado y otras cosas

Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, es decir aprovechando el monumental fiasco que la justicia penal ha tenido a bien perpetrar en la persona de Dª Dolores Vázquez, se han levantado voces pidiendo la supresión del jurado, al parecer gran responsable del error que se ha cometido. No pertenece precisamente al reino de la casualidad que en el coro antijuradista lleven la voz cantante juristas profesionales, que en no pocas ocasiones son, además, jueces asimismo profesionales. Recuérdese que la eliminación del tribunal del jurado es una de las propuestas programáticas de la APM y que...

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Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, es decir aprovechando el monumental fiasco que la justicia penal ha tenido a bien perpetrar en la persona de Dª Dolores Vázquez, se han levantado voces pidiendo la supresión del jurado, al parecer gran responsable del error que se ha cometido. No pertenece precisamente al reino de la casualidad que en el coro antijuradista lleven la voz cantante juristas profesionales, que en no pocas ocasiones son, además, jueces asimismo profesionales. Recuérdese que la eliminación del tribunal del jurado es una de las propuestas programáticas de la APM y que pronunciamientos similares se han oído en boca de portavoces de la Francisco de Vitoria. El jurado sería así el responsable capital del error. Los jueces legos, no la Guardia Civil, profesional, que investigó francamente mal el delito, ni el juez de instrucción, profesional, que instruyó deficientemente y procesó sobre la arena, ni el juez de la primera audiencia, profesional, que instruyó mal y orientó peor a los jurados. Todos ellos, profesionales, son completamente inocentes, como lo son los muy profesionales medios de comunicación que, en un modélico ejercicio de buenas prácticas, montaron un verdadero juicio paralelo decretando la culpabilidad de una persona, que las circunstancias que concurrían en el caso añadieran considerable morbo al asunto era sin duda casual, y presionando al efecto a la Guardia Civil, al instructor y a los miembros, profesional y legos, del Tribunal del Jurado buscaron la noticia de la culpabilidad de la culpable decretada. Todos ellos inocentes son del error, éste recae únicamente en una institución que, por feliz casualidad, no cuenta con el favor del partido gobernante ni con el de buena parte de los juristas profesionales. Profesionales del Derecho que a la postre hacen al jurado una imputación fundamental: la de intrusismo.

Ciertamente no seré yo quien defienda la ley del jurado vigente, de 1995, que siempre me ha parecido mala de solemnidad. Desde que tengo conocimiento del tema me ha parecido acertada la sugerencia de F .Davó: en lugar de hacer experimentos se debía haber puesto nuevamente en vigor la ley liberal que aprobó el Parlamento Largo y reformarla en su caso a la luz de la experiencia. Mas no es ésa la cuestión, el problema es más bien otro: que la hostilidad al jurado dimana del hecho que los mismos suponen la irrupción de la plebe municipal y espesa en el santuario de las leyes, y con ello obligan a los instructores, a los fiscales, a los jueces y a los abogados a trabajar más y a hacerlo de manera distinta a la que están acostumbrados y, claro está, eso proporciona razones más que suficientes para procurar su eliminación, bien sea a las bravas, bien sea mediante esa muerte dulce que sería su sustitución por el escabinado. Max Weber explicó muy bien el porqué de la afición de los profesionales del Derecho al tribunal de escabinos como sucedáneo del Jurado: "Por otra parte la educación jurídica escolar reacciona contra la justicia de los legos con la pretensión de que éstos queden subordinados en la función jurisdiccional al control de los técnicos, es decir, instituir colegios mixtos en los que los legos estarían sometidos al influjo de los juristas profesionales, lo que no supondría más que la publicidad obligatoria de las deliberaciones de los especialistas" (Economía y Sociedad I.VII.8, fin de la cita).

Que los conservadores que no tengan una cultura política liberal sean asimismo hostiles al jurado tiene su lógica: existen fuertes y frecuentes relaciones entre el estamento de los juristas profesionales y las clases bienestantes que son sus principales clientes y usuarios. En contrapartida el jurado supone dar entrada en la justicia, y en la justicia penal, a personas que proceden de las clases dominadas. No me parece precisamente ilógico que haya quien prefiera ser instruido, acusado y juzgado por personas socialmente selectas a ser enjuiciado por el común de los mortales. Cosa que, por cierto, también decía el sociólogo alemán. Para ser conservador y no ser hostil al jurado hay que tener cultura liberal y escasos prejuicios de clase. Mucho me temo que algunos ilustres dirigentes del partido que nos rige harían bien en leer con amor y cuidado lo que en la materia pronunció y escribió D. Antonio Maura.

Otra historia es la del "juicio paralelo" a cargo de los medios, que en esta ocasión han quedado como la Charito. Porque la práctica de tales juicios, de los que tan "buena" opinión tiene el Tribunal de Estrasburgo es cualquier cosa menos excepcional. Convertir al tribunal de la "opinión de los medios", mágicamente transmutada en "opinión pública", en la pauta que los tribunales de verdad deben seguir me parece que, entre nosotros y a estas alturas, uno de los mayores peligros para nuestra libertad. Claro que eso es posible en razón de una mala práctica profesional consistente no en informar sobre lo que el juez o tribunal hacen o dicen para después criticarlo, sino en manifestarse antes de que el juez o tribunal actúe al efecto de presionar a éste para que haga "lo que debe hacer". Y me parece que o los medios, en especial las TV, cambian pronto o habrá que ir pensando en articular medidas legales para defender la libertad frente a quienes destruyen la de los demás por razón de la audiencia. Laus Deo.

Manuel Martínez Sospedra es profesor de Derecho de la Universidad Cardenal Herrera-CEU

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